Cuentos por Navengantes

Vienen a Quilmes?,… Vamos!

Por Oscar Alba

El sábado, había mirado los pronósticos, el de la página y el de Tony.
Es de aclarar que los miro… como los mira Doña Rosa
Si no hay tormenta en ciernes, esta bien, pues le permite hacer los mandados.

O por lo menos al viento, yo no le daba gran importancia.
Es “cosa de veleristas”, me decía siempre.
La cuestión es que el domingo a las 12:00, Fulgencio y yo nos vestimos con la misma piel.
Y zarpamos rumbo a Quilmes.

El gomón lo tenia listo desde la Conserva del Foro, de la cual me quede con las ganas.
Realizo el despacho en PNA.
Pues si, las embarcaciones muy chicas a motor, tienen que hacer despacho.

A no ser que vayan a pescar aquí nomás… a Quilmes, despacho o nada.
Salgo y en “cuatro bocas”, veo que el agua esta muy rizada.
Me percato del viento y me digo: “afuera debe estar movidito”
Doy el parte a Monte Santiago, y por las expresiones del guardia, me conoce o me ha visto.

Por suerte el río esta extraordinariamente alto.
Intento el paso por la “canaleta”, frente al Regatas en Río Santiago.
Entro sin problemas a río abierto.
Me interno con el oleaje a 45 grados.
El viento viene del sur o sudeste, a 20 nudos según PNA.
Enfilo hacia Boca Cerrada con las olas de popa, de 40 o 50 centímetros, de seno a pico.

Comienzo a buscarle la vuelta a la marcha.
Engancho cada 3 olitas, una que me lleva y acelero, una que me lleva y acelero.
El viento aparente no existe, es cero.
Logro semi planear, casi con el motor al mango.
Dejo la rivera con monte atrás.
Ya relajado, miro la costa, a unos 900 metros.
Y descubro… Punta Lara!

Desde mis cinco añitos, la náutica era… Punta Lara.
Náutica desde la costa, claro.
En el barrio de mis viejos, en verano, se organizaban “picnics” masivos.
Uno aportaba el camión o viejo colectivo.
Del Centro de Fomento venían las tablas y caballetes, para las mesas y bancos.

Todos se ponían con abundante morfi, preparado el sábado.
Las señoras, ricas empanadas, tartas, tortillas, dulces para el postre.
Asado y tinto “de la costa”, para los mas criollos.

Nos subíamos todos al camión, a los gritos.
Partíamos a las 7 de la matina, formando un carnaval multicolor.
Cuando digo todos, incluyo los viejos tanos que todavía hablaban, perdón, gritaban en italiano.

Las familias tucumanas, que engordaban gatos y se los comían, también iban.
La familia del jockey, el rico del barrio, si no había ganado ninguna carrera en semanas, venia.

Hasta los perros subíamos al camión.
Si el cusco era chiquito a upa, si grandote con cadena.
Al llegar, copábamos un sector del monte ribereño, y nos esparcíamos como hormigas.

Ya establecidos, yo me pasaba horas pescando o simplemente mirando Allá.
Allá, donde están los barcos, esperando entrar al puerto.
Y me preguntaba: “allá,… ¿qué habrá allá?

Luego hacia lo de todos los chicos.
Juguetear con la vecinita deseada, chapoteando en el agua de la playa.
O jugar a las escondidas, en el monte de la selva marginal, también con la vecinita.

Ahora estaba Allá, en el río, navegando.
Al darme cuenta, siento algo extraño.
Me veo chiquitito en la costa, mirándome, a ese que pasa embarcado.

Enviado por Oscar~Alba on Mayo 02, 2001 at 05:49:16:

Cabo de hornos y ventisqueros

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