Pedro Margalot y el velero Gaucho
Por Mara Cornejo
Con motivo de esta entrevista, a más de cincuenta años de sus distintos viajes por el mundo en el velero Gaucho, ketch doble proa de 15 m, diseño de don Manuel Campos, tuve el gusto de poder conversar largamente con don Pedro Margalot en su casa, aún conservo la imagen de los objetos que atesora Pedro y que lo acompañaron en sus viajes: el fanal original del Gaucho, el barómetro, que anunciara tantas tormentas, el termómetro para tener la certeza de navegar sobre la corriente del Golfo, el trofeo de la regata La Habana – San Sebastián, los Diarios de Bitácora de las singladuras, sus cartas náuticas, objetos que recuerdan travesías por mares lejanos, que constituyen los sueños de todo navegante.
Don Pedro Margalot ante los Trofeos obtenidos en su larga carrera náutica
Mara Cornejo: En cuál de los viajes del Gaucho participaste?
Pedro Margalot: El primer viaje, el Gaucho lo realizo entre los años 1946 y 1948 y navegó 27.508 millas; esta navegación quedó plasmada en el libro ”67ooo millas a bordo del Gaucho” pero en este ejemplar se superponen varias navegaciones.
En el año 1946-48, en el primer viaje de 27.508 millas participó como navegador el entonces Teniente de Corbeta Julio Álvaro Vázquez y lo acompañó el Lobo Britos; en el año 1951-52 en un viaje de 18.232 millas, el navegador fue el Teniente de Corbeta Roald Kolliker Frers; en el año 1954-55 yo ejercí el cargo y en el año 1959-60, en un periplo de 6984, millas viajó como navegador el entonces Teniente de Navío Jorge Goulú. En el primer viaje fue cuando se hizo la reconstrucción del tercer viaje de Colón; en el segundo se navegó hasta los Estados Unidos y volvieron cruzando el Atlántico Norte; el teniente Kolliker Frers no pudo concluir el viaje.
El tercer viaje del 54-55 incluyó la segunda regata La Habana – San Sebastián. El viaje comenzó rumbo a Río de Janeiro cuando nos tomó un temporal bastante grande, un día después de sobrepasar con rumbo NE la isla de Lobos, cuando nos alcanzaron cuatro pamperos seguidos, que nos retrasó 7 días y rompió el palo. Pudimos entrar a Río recién 19 días después de zarpar de Buenos Aires. Navegamos hasta la Isla Trinidad esperando que pasara la temporada de huracanes fondeados frente al Trinidad Yacht Club. Aprendimos a comer buenas comidas indias, con mucho curry y a gozar del ritmo alocado de las Steel Bands, desde allí fuimos a Curacao, Jamaica, Santiago de Cuba y finalmente a Miami, donde amarramos en el entonces famoso Pier 5 desaparecido por el avance de los años poco tiempo después. Desde Miami navegamos por el Intracoastal Waterway hasta Annápolis.
Fue durante esa travesía que nos alcanzó una depresión tropical que puso en serio peligro a la embarcación. En ese viaje entregamos un cuadro al óleo del Almirante D. Guillermo Brown a la Escuela Naval de Annápolis. De Miami volvimos a La Habana tambien navegando el Intracoastal Waterway. Yo regresé a los EEUU y estuve corriendo algunas regatas, volviendo a La Habana como navegador de un yate en la Regata «Saint Pete – Habana» Desde allí por segunda vez el Gaucho participó en la regata la Habana –San Sebastián. La regata La Habana – San Sebastián se largó el 12.06.1955. Participamos cuatro barcos, el norteamericano Tycondaroga, el cubano Siboney (ex Eastwind charteado en los EEUU), el español Mare Nostrum y el argentino Gaucho, el único que participaba por segunda vez.
Durante el último viaje del 59 el Gaucho navegó menos millas, hasta Estados Unidos y en esa época el Teniente de Navío Jorge Goulú, actualmente Almirante, fue como navegante hasta Brasil.
MAC.-¿Por qué los Hermanos Uriburu siempre reservaban un lugar para un marino?, era por problemas de habilitaciones deportivas o de despachos?
P.M.- La razón por la cual los hermanos Uriburu solicitaban llevar un oficial de marina, es porque no tenían práctica en navegación de altura, y resultaba imprescindible llevar un oficial navegador.
Quiero dejar en claro que a mí me enviaron porque los hermanos Uriburu me conocían del Yacht Club Argentino. Yo corría en esa época en clase 5 metros internacional en el año 54, además estaba de pase como ayudante secretario del Director General de Navegación de Hidrografía y de esa manera resolvieron dos problemas, porque sabía navegar y tenía acceso a la cartografía. El Ministro de Marina ordenó que le suministraran al Gaucho, como en todos los viajes anteriores, no sólo la cartografía, sino también de todas las publicaciones náuticas, prismáticos, derroteros, sextantes, cronómetros, anemómetros, barómetros, etc. para que pudieran viajar con todos los elementos necesarios.
A nosotros los navegadores nos destinaban en ” comisión de servicio”. Yo tenía orden de volver para embarcar rumbo a la Antártida, pero finalmente conseguí autorización para quedarme y traer el barco de regreso a Buenos Aires. A bordo teníamos una estación de radio aficionados que operaba en AM con 25 vatios de salida ; hoy tengo en casa una radio que tiene una salida de 200 vatios y un lineal que da dos kw y medio. En aquella época el aire estaba tan limpio que con 25 vatios me comunicaba con la Argentina; esa radio duró hasta que frente al Cabo Hateras donde nos sorprendió un temporal y una ola llenó casi todo el barco, sufrió la radio un baño de agua salada por lo cuál no funciono más y por eso fue que dieron por perdido el Gaucho algunos medios periodísticos; a pesar de haberle dado la posición a los barcos que encontrábamos por la zona.
El yacht Gaucho ha llevado la bandera argentina durante muchos años por que estuvo navegando del 56 al 60 sin connotaciones políticas.
MAC.– ¿Cómo conociste a los hermanos Uriburu?
P.M.- Los conocí en el YCA: ellos tenían el Gaucho en el Yacht y me preguntaron un día si yo los acompañaría y yo les respondí que iría con gusto si Marina, me lo ordenaba. Uriburu era amigo del Almirante Brown, que era mi jefe y amigo del Ministro de Marina de la época, Lo fue a ver y le pidió autorización para que me enviara” en comisión”. En esa época yo era soltero y para afrontar los gastos en los diversos puertos tuve que vender mi departamento. Los hermanos Uriburu corrían con los gastos del viaje.
Ernesto Uriburu era un excelente cocinero y cumplía a bordo las funciones de capitán y cocinero, María, su esposa, era una muy buena tripulante que hacía guardia de 8 a 12 y de 16 a 20 horas y Bobby también hacia las suyas cuando yo tenía que calcular las posiciones astronómicas me efectuaba las anotaciones En el Gaucho se tomaba un punto de 5 estrellas a la madrugada, una recta de sol a la mañana, una al mediodía; otra a la tarde y otro punto de estrellas en el crepúsculo vespertino.
Con nuestro equipo de radioaficionados nos comunicábamos con el mundo y con mi provincia de Corrientes. No teníamos Goniómetro, apenas una radio portátil para apuntar de dónde provenía una estación de tierra, no teníamos sonda ecoica, la sondaleza era una de veinte brazas y otra de cinco brazas que utilizábamos al aproximarnos a alguna costa.
MAC.-¿Participaste en la construcción del Gaucho?
P.M.- No, yo ya lo vi construido. El yate fue botado en el Tigre en 1943 construido en madera de lapacho y viraró en el astillero de los hermanos Parodi; un diseño doble proa tipo “Colin Archer” del tablero de Manuel Campos, de 15 metros de eslora, 4,3 m de manga, 2,25 m de calado y un desplazamiento de 28 tn
Con nuestro equipo de radioaficionados!!
MAC.- ¿Cómo aprovisionaban el barco?
P.M.- La Marina nos regaló víveres secos, necesarios para más de un año y medio, así que comprábamos en cada puerto el pan, las papas y cebollas y nos proveíamos de agua potable. Alguien nos obsequiaba siempre: recuerdo que en la Habana todo el lastre fue sustituido con botellas del mejor ron que había en ese momento en Cuba, de modo que prácticamente encendíamos hasta la cocina con el ron Baccardi. Ninguno se excedió en la bebida a pesar de tener semejante cargamento, el único peligro que había a bordo era cuando Bobby se ponía a cocinar, el era el cocinero en la regata dado que el hermano no había embarcado, recuerdo que una vez Bobby cocinó una tortilla española con chorizo colorado, grasa y huevo en polvo que nos dejó casi muertos dos días en el Atlántico Norte…………A partir de ese día no lo dejamos cocinar más!!!!
MAC..- ¿Podes describir las peripecias del tercer viaje?
P.M .- El tercer viaje venía precedido de muchas expectativas. Uno cuando sale al mar recuerda una vieja plegaria vasca que dice:” Señor recuerda que tu mar es grande y mi barca es pequeña; el Gaucho salió muy bien preparado, de modo que no salió a correr ninguna aventura. Estábamos muy bien equipados!!
El Gaucho salió con todo lo necesario para que las cosas salieran bien. Navegando a la altura de Punta del Este nos abrimos un poco de la costa porque el Gaucho nunca orzaba más de 80° y el estado de las velas no era bueno; teníamos velas de lona y había que seguir el viento, por eso toda la derrota del Gaucho fue trazada según la ruta de los grandes veleros o sea navegando con vientos largos. Nuestra idea era ir hasta Río de Janeiro pero saliendo de Punta del Este nos tocó un tiempo muy malo: varios pamperos bastantes fuertes nos rompieron el palo, que era un mástil de 40 cm. de diámetro aproximadamente, hueco, encolado de muy buen pino americano y a pesar de arriar velas el palo se rajó en varias partes.
Luego de esos pamperos tuvimos una seguidilla de vientos del mismo sector y después vino un nortazo que nos desvió 100 millas para el sur y por suerte nos tomó luego una sudestada que nos acercó hacia la derrota, de esta manera pudimos llegar hasta cerca de Santos y navegar con vientos favorables, para finalmente luego de 19 días arribar a Río.
En Tierra carioca se enzunchó el palo con unas bandas de acero, se encoló lo mejor que se pudo y zarpamos nuevamente hasta Recife en una navegación soñada. Hasta Cabo Frío tuvimos vientos variables y en Recife nos quedamos unos 4 días para comprar víveres frescos, charlar un rato y Ernesto aprovechaba para brindar alguna charla en algún club, a sabiendas de que esas disertaciones significaban algún tipo de intercambio: una sacada a tierra, una limpieza de casco o algunos tachos de pintura. Al partir nos regalaron cocoteros enormes que no sabíamos donde estibar de modo que al pasar los días desgraciadamente los cocos terminaron en el mar.
Después de Recife fuimos a lo largo de la costa norte de Brasil. Allí pudimos observar el fenómeno llamado la “pororoca”: como ya comentara anteriormente, el río Amazonas larga al Océano una enorme maza de agua y en algunas situaciones de vientos y mareas contrarias se forman unas olas enormes de varios metros de altura, tipo Tsunami, aque alcanzan considerables distancias de la costa. Si toma de costado a un navegante desprevenido, puede tumbarle el barco con suma facilidad.
A nosotros nos alcanzó una tarde de excelente visibilidad, de modo que la avistamos desde muy lejos, y además ya estábamos bien prevenidos y listos para afrontarla. Cerramos bien todas las aberturas, pusimos motor en marcha, arriamos la vela mayor y amarramos la botavara en su montura y le pusimos la amura de babor.
Solo estuvimos rolando fuertemente un largo rato y nada más, y eso que estábamos a 100 millas de la costa!!!
Continuamos navegando a lo largo de la corriente ecuatorial que en un día nos arrastró casi 100 millas. Al llegar a la Isla Trinidad volvimos a imitar el viaje de Colón. No repetimos el tercer viaje sino que copiamos del libro del escritor norteamericano, Almirante Samuel Eliot Morison, que escribiera sobre todos los viajes de Colón. Nos colocamos en un lugar geográfico determinado desde el cual se decía ver la costa de una manera especial, fuimos a posicionarnos allí y honesta mente no pudimos ver en absoluto la costa como Colón lo registrara en sus diarios.
Navegamos por la Boca de la Serpiente, y nos quedamos en Puerto España esperando que pasara la temporada de huracanes. Estuvimos allí del 26 de julio al 28 de octubre y luego navegamos a lo largo de toda la costa; nos detuvimos en Curacao y en Jamaica: allí paramos 6 días, ya en el mes de noviembre para entrar en Santiago de Cuba. En esa época en Cuba estaba Don Fulgencio Batista, y el Presidente de Deportes era su cuñado, el coronel Fernández, hermano de la encantadora Marta quien solía estar en el Club Internacional de La Habana tomando tragos largos todos los días.
Continuamos navegando entre los cayos, fuimos a Miami donde arribamos el 12 de diciembre y de allí a Washington navegando por la vía fluvial Intracoastal Waterway para volver a La Habana y estar listos a correr la regata.
El Gaucho ya había participado en esa prueba en otra oportunidad. Nosotros mejoramos esa performance haciendo el mismo recorrido en menos tiempo.
Observo como Pedro abre la carta náutica sobre la mesa baja de su living, en la cual había volcado tanta información que no se distinguía de un pilot chart y allí se veía la derrota ideal y la que hicieron en realidad y se superponían ambas con una fidelidad asombrosa. También saco a relucir un termómetro montado sobre una media caña tacuara el cual había sido utilizado para medir la temperatura de la superficie del agua para saber si realmente se hallaban navegando sobre la corriente del Golfo.
PM: En Washington fui al Servicio de Hidrografía (en el Pentágono) y allí me suministraron toda la información que tenían sobre el Atlántico Norte, infinidad de datos: brumas, calmas centros de alta, ,vientos, fuerza del viento, corrientes, esto lo transcribí a la carta de navegación y realicé la derrota ideal en color negro aprovechando la mayor cantidad de corriente a favor. Había lugares en los que teníamos 22 millas de corriente a favor. Navegamos por la zona de grandes bancos de hielos y nos tocaron varios días de niebla. En esos días colocábamos un tripulante con el cuerno de niebla en proa.
La derrota fue planeada sobre la corriente del Golfo y el primer día nos regaló 23 millas; la velocidad del Gaucho era poca y en la bitácora se registraban: días sin viento o fuerza 1, mar planchado y barco sin gobierno. Otro día la corriente nos favoreció en 86 millas: la temperatura del agua en superficie era de 28 grados no había dudas que navegábamos por la corriente del Golfo. El Gaucho para moverse necesitaba vientos de fuerza 3,y obteníamos la situación por corte de dos rectas de sol y crepúsculo matutino y vespertino.
Del Diario de Bitácora del viaje: “El cielo tiene mal cariz parece que se viene un frente frío, se arría el genoa y se enverga el yankee .Cada 10 minutos llega un nuevo chubasco con su cargamento de agua y viento, hacemos guardias de 2 horas esperando el día. Los chuabascos siguen llegando y algunos alcanzan… fuerza 7. Terminamos capeando con el timón amarrado, abatimiento: 17 grados…”Se concretó la primer semana de mar, evidentemente las cosas marchan mejor. La noche está más clara casi sin horizonte se toman muchas alturas de estrellas, suerte extraordinaria se cortan todas en un pequeño triángulo….”
Ya llegando a aguas españolas dice el libro de navegación:“No se avista el Faro Machinchaco. A las 6 de la mañana tratamos de reconocer la costa. Tomo dos rectas de altura y estoy tranquilo, ya se distingue el Faro. El viento se ha puesto más del Norte pasamos la mayor a estribor y volvemos a izar el spinnaker, por babor nos rodean pesqueros que nos saludan con gran cariño, y por proa aparece la silueta de la Fragata española “Descubierta” que nos saluda con sirenas, banderas y megáfonos. Luego de pasar por el costado nos pregunta si tenemos posición, si sabemos el rumbo a San Sebastián. Yo confiado caigo al sur pero a los tres minutos veo el Ratón de Guetaria y vuelvo a mi rumbo anterior a las 11.20 con rumbo 125° sorteando pescadores lanchas del club y aficionados. Veo por allí a María, a Ernesto, el Comodoro Pozo (de La Habana), Pepe Aguirre, Peralta, Zulueta (Comodoro de San Sebastián).Sabemos que ganó el” Mare Nostrum “y que el “Siboney” rompió el mástil y tuvo un reagravante de su vieja vía de agua teniendo que abandonar., oficialmente a las 14 horas cruzamos la línea de llegada hemos tardado 36 días 22 horas en recorrer 4410 millas, a las 14:00 horas fondeamos en la Dársena frente al Club. La punta está llena de gente y en el mástil está izada ls bandera Argentina junto a la Española.»
Don Pedro muestra sus Diarios de Bitácora del velero Gaucho, observan, Hernán Biasotti y Luis García Monsonis en la Charla realizada para Navegando por el Mundo – NpeM – en el YCO
En la carta se pueden observar todos los puntos de mediodía, la derrota día por día y la derrota real que coincide con la ideal trazada, salvo en las cercanías de la llegada en donde los vientos no fueron favorables, o sea que navegaron con vientos largos una distancia de 4224 millas en 36 días y 22 horas clasificando en tercer lugar”.
En San Sebastián fueron recibidos por millares de personas agitando banderitas argentinas, sonaban bombas de estruendo. El Real Club Náutico preparaba el jerez y las boinas vascas para brindarles la bienvenida, los pobladores aplaudían y desde los autos sonaban las bocinas. Ernesto Uriburu esperaba ansioso en el muelle dado que él había viajado hacia Europa en buque, finalmente fondearon en el puerto de pescadores mientras interrumpían la monotonía de los estibadores que descargaban cajones de atunes y bonitos.
PM: “Abandonando San Sebastián rodeamos la costa de España y entramos en Tanger, luego dejando atrás el Mediterráneo, fuimos hacia las Islas Canarias empujados por los vientos alisios del noreste y de allí a Islas de Cabo Verde para cruzar nuevamente el océano y llegar a la costa de Brasil a la altura de las Isla de Fernando de Noronha. Continuamos navegando la costa de Brasil estuvimos en Río de Janeiro y luego en Montevideo antes de llegar a casa.”
MAC: ¿Cuál es la anécdota más emotiva o la que te haya quedado más marcada en la memoria?
PM:.- Vos sabes, que todos los navegantes somos un poco mentirosos y además nos acordamos de infinidad de cosas. Cada anécdota con el andar del tiempo adquiere determinado valor, evoco muchas cosas del viaje pero una de las que más recuerdo fue cuando nos agarró el pampero, un frente detrás del otro hasta rajarnos el mástil. Allí estábamos los cuatro navegando cuando le pedimos a María que bajara a la cabina y entre Bobby y yo tratamos de arriar los pedazos de la mayor, cuando Ernesto que se encontraba al timón la trabuchó sin querer. Yo vi que se me venía encima la enorme pasteca, la esquivé pero fui alcanzado por los seis cabos que en ese entonces eran cáñamos durísimos que me golpearon en la cabeza y caí sobre cubierta. Terminé la tarea y me fui a acostar; recuerdo que esto ocurrió durante la mañana y tuve una pérdida transitoria de memoria porque no recordé nada hasta la tarde siguiente cuando Bobby me ofreció algo de comer explicándome que a pesar de no recordar nada yo había estado hablando con él siguiendo la vida normal del barco.
Otra anécdota: una noche navegando en aguas del Caribe, yo estaba solo de guardia de 0 a 4 de la mañana, cuando los otros tres tripulantes dormían y me caí al agua. En el medio del mar a veces aparecen unas olas más altas que otras, yo me encontraba recorriendo la cubierta de popa a proa cuando tropecé y caí por la borda. Era una noche de buena visibilidad. Grave error mío no haber estado atado al barco dado que la orden que todos teníamos era la de andar atados. Cuando saque la cabeza el barco se había alejado unos 4 o 5 metros, nadé rápidamente y pude agarrarme de la corredera patente y así llegar hasta el barco, colocar la mano en la brazola y luego un pie y de esa forma poder subir al barco; yo pensé que habían pasado unos pocos minutos pero el reloj marcaba que había transcurrido cerca de media hora. Fue un gran susto porque si no me hubiera podido tomar de la corredera, nadie me hubiese escuchado, pudiendo haber sido alimento de algún tiburón.
Otra que recuerdo: ….uno de los cubanos, Nelson de los Ríos, lloraba y se quejaba en el medio del viaje, y un día para asustarlo lo arrojé al agua y dejé que el barco se alejara, desde el agua prometió comportarse, dejar de llorar y así volvió a bordo y no molestó más con sus lloriqueos. En cambio “Tasajo “ (Roberto de la Morena) era un tripulante encantador, siempre de buen humor.
MAC.- ¿Se enteraron los demás que te habías caído al agua?
P.M.- No, no se lo pude contar a nadie, se enteraron después de varios meses, fue un grave error mío y lo pagué solo quedándome callado, no pudiendo compartir ese mal rato con nadie.
Esas son dos cosas que recuerdo mucho, otras también son muy lindas, todos hemos tenido una cierta edad,…una ilusión…para mí navegar era una gran ilusión y fue un viaje muy positivo porque nos llevamos muy bien a bordo.
MAC.- ¿No eran pocos tripulantes para semejantes singladuras?
P.M.- Era la cantidad de gente suficiente para hacer bien las cosas. María (María Helena Murray de Uriburu), cocinaba muy bien cuando había buen tiempo y era una excelente timonel, pero el cocinero oficial era Ernesto y los días domingo amasaba tallarines o ñoquis y del barco salía una blanca humareda porque se le caía todo, amasaba y protestaba maldiciendo el rolído del yate.
MAC.: Se dice que en Estados Unidos se intentó construir una replica del yate y que el intento fracasó. ¿Qué sabes de esto?
P.M.-: En los libros extranjeros el Gaucho figura entre los buenos barcos del mundo, yo no que alguien haya querido copiarlo, lo que sí sé es que se diseñó un Gaucho más pequeño, tambien tipo ”Colin Archer“. Lo hizo Manolo Campos y lo vendió a una persona que vivia sobre la costa del Océano Pacífico no recuerdo si Chile o Perú.
MAC:- ¿ Por que deciden los Uriburu vender el Gaucho?
P.M.-: Ya estaban grandes para navegar, y a eso se le sumaba la problemática de conseguir gente joven para que pudiera navegar de modo que cuando llegaron a Washington en el cuarto y ultimo viaje, y no pudiendo conseguir más dinero lo vendieron, lo sacaron a tierra y allí permaneció dos años. Tenía mal la cubierta y hacía agua. María consiguió un empleo, Bobby enseñaba navegación, pintaba y arreglaba barcos y Ernesto contaba cuentos para chicos en televisión. Les alcanzaba para vivir, entonces en medio del llanto los tres decidieron vender el barco en 1966 a un americano que lo compró para navegar con la esposa y dar una vuelta al mundo, cuando la esposa falleció el americano vino navegando con las dos hijas en el año 1974 pensando que en Buenos Aires lo iba a vender más fácilmente, pero no lo vendió.
En ese entonces yo traté de que lo compraran para que el barco quedara en la Argentina pero finalmente se lo vendió a un sudafricano que se fue navegando con su esposa e hijos. La esposa desistió y los abandonó en Río de Janeiro, el sudafricano se dio cuenta de que los barcos no eran lo que él había pensado y vendió el yate en el Caribe. El Gaucho tomó bandera de Bahamas y hoy se lo ve haciendo charters en el Caribe manteniendo su nombre original.
MAC:- Otra versión que trascendió era que el Gaucho navegaba con toda la colección de la Enciclopedia Británica en la biblioteca de a bordo.¿ Es cierto?
P.M.-: Sí, es verdad, porque cada vez que a bordo se armaba una discusión se hacía una apuesta y se consultaban los tomos de la enciclopedia, así nadie podía mentir, y los libros tenían la última palabra. El primer dueño del Gaucho se la llevó para las hijas. Yo extrañaba tanto los volúmenes que compré la colección actualizada (aún pudiendo haberla tenido digitalizada).
MAC.: ¿Es verdad que seguiste relacionado con el Gaucho luego de la desaparición de los Uriburu?
PM.-: ” Yo terminé con muy buena onda, y luego de mis viajes la amistad continuó, Después de la muerte de Ernesto en el año 1982 viajé a Estados Unidos a visitar a Bobby y a su esposa Jean Davis King. Pasamos unos 15 días inolvidables pero Bobby ya no andaba bien de salud, fuimos a comer al muelle de pescadores de San Francisco, compramos y preparamos langostas…. Bobby se dedicaba a hacer modelos de yates en miniatura y vivía en San Francisco, vendía cada maqueta a muy buen precio fabricadas por “su astillero mas pequeño del mundo”, él vivió para navegar y el Gaucho fue su sueño, su único amor!!!. Una de esas maquetas la vi la semana pasada en Mar del Plata en la sala de reuniones del YCA, la esposa de Bobby regaló esa maqueta junto con la Copa Gaucho que se disputa anualmente. Bobby se unió tardíamente con Jean Davis, que era una Capitana de Navío, abogada, viuda de un aviador naval que había muerto en Guadalcanal.
A la muerte de Bobby heredé varios libros, las herramientas del taller de maquetas y regalé varios de esos libros a gente del ambiente como Jolly, Ezcurra, Hernán Biasotti, Hernán “Hormiga Negra”, personas que sé que pueden apreciar esos libros.
María Helena Murray de Uriburu esta sepultada en Santa Bárbara, la quise mucho y para ella yo representaba el hijo que tenia en tierra.”
A lo largo de sus viajes, el Gaucho conquistó gran cantidad de trofeos, muchos de los cuales fueron donados al Museo Naval. Entre las preseas cabe destacar la Bandera de Colón; esa réplica fue un obsequio del Museo de la Torre de Oro de Sevilla (lugar utilizado para guardar el oro originario de América en los galeones españoles). Las monjas del Convento de Sevilla bordaron esa bandera para que fuera llevada a bordo durante la reconstrucción del viaje inicial.
La bandera de Colón representa los reinos de Castilla y de León y es la que utilizó el navegante genovés para tomar posesión en América cuando desembarcó en San Salvador.
Pedro Margalot Hernán «Hormiga negra» y Hernán Luis Biasotti en la Charla de Navegando por el Mundo – NpeM – en el Yacht Club Olivos
Mara Cornejo para Timoneles – 04.2004