Relatos de navegantes

Viviendo un temporal en un 27 pies…

por Aurora Canessa – Socia fundadora de A.D.A.N.

El Shipping, al mando de Aurora Canessa había participado en una regata en dobles, que une Buenos Aires y Mar del Plata, al regresar, deciden esperar los vientos favorables fuera del puerto, a las pocas horas se desató una tormenta que castigó durante muchas horas y dúramente a varios barcos en la misma pierna. El Shipping (Fulano) es un Kripton 27. Diseño del Ing. Horacio Tettamanti, sus caracteristicas son: eslora: 8,25 m., manga: 3,05 m. y  calado de 1,40 m.. Aurora, es una de nuestras mujeres que más ha navegado y competido, algunas de sus experiencias son: las  500 millas del Río de la Plata de los años 1999 – 2000 – 2001 – 2002 – 2004 y 2005. Vuelta de Gorriti. Campeonatos Argentinos en  Dobles,  F.I.C. Campeonato de regatas crucero San Isidro, del 92 al 96 en todas las regatas. Cruceros Oceánicos a Río de Janeiro, ida y vuelta en el Concorde, participó en cruceros a Punta del Este, La Paloma, Mar del Plata, Necochea. Navegó la Bahía de Chesapike en el Malacara y en 1992 navegó hasta nuestras Islas Malvinas con el Malabar.
A los pocos meses de este suceso participó nuevamente en las 500 millas del Río de la Plata del 2005, esta exigente regata une sin escalas Buenos Aires, San Clemente, Punta del Este y Buenos Aires en una época que los vientos predominantes generalmente son contrarios, en el desarrollo de la misma,  día a día llegaban las noticias de nuevos abandonos provocados por averías o cansancio, por lo que de los 21 competidores sólo quedaron dos al cabo de los 930 kilómetros de recorrido, el ganador fue el Shipping, que empleó para realizar su recorrido 71h34m33s, ganando la regata por tiempo compensado por…….. 13 horas al Reckless Too, velero que se quedó con la Cinta Azul.
Llegamos a Mar del Plata en la madrugada del jueves 27 de enero Amalia y yo, por tierra desde Buenos Aires, dispuestas a disfrutar de un día de club, playa y caminatas hasta que llegaran Charly y Dany, a la noche, para traer de vuelta  mi barco, el Shipping,  luego de haber corrido a Mar del Plata en dobles.
En puerto, como siempre, estaba lleno de amigos navegantes esperando que pase el norte duro que venía soplando hacía un buen rato. Los amigos del Kaiken, amarrados a mi popa, nos relataron parte de su hermosísima navegación, me aconsejaron cómo tratar las quemaduras en brazos y piernas que me hizo el agua hirviendo de una olla con ñoquis el viernes por la noche, y vimos juntos el pronóstico, después del cual me dice el capitán que van a esperar a que pase el frente  y luego se van con la cola. Y la pregunta fue: ¿por qué no esperás? Todavía hoy me pregunto por qué no lo hice……. por la presión de tiempos laborales de la tripulación, porque no es la primera vez que espero un frente afuera para correrlo y porque en, definitiva, esto tenía que pasar.
El sábado 30 de enero a la tarde, ya despachados, esperábamos que cambie el viento al Sur cuando a eso de las 15.00 hs cae un chubasco fuertísimo, con mucho viento del Norte. A las 17.00 hs, calma chicha, por lo que decido salir a esperar afuera el Sur. Salimos a motor hasta Cabo Corrientes con 0 viento.
Sacamos fotos y los tres tripulantes, que nunca habían navegado desde Mar del Plata hasta Buenos Ares, contemplaban extasiados la costa que se veía muy hermosa. Chistes, brindis y alegría llenaron esas dos horas que fuimos a motor.
Empezó a soplar nuevamente del Norte, sacamos genoa y la mayor con dos manos de rizos por el Sur que esperábamos. Seguimos con motor porque el viento era de trompa y no quería alejarme demasiado porque las olas ya empezaban a crecer considerablemente.
A las 20.10 hs estábamos al través de Santa Clara del Mar. A las 00.30 hs del domingo, estábamos al través de Mar Chiquita, fue allí donde comenzaron las lluvias intensas, rodeándonos de relámpagos y rayos.
El viento más fuerte y las olas mucho más altas empezaban a derrumbarse. A las 04.20 hs. decido acercarme más a la costa en busca de olas menos altas. Se produce un calmón con lluvia intensa. Cambia el viento al Sur, suave, navegamos cerca de la costa, a las 11.30 hs. Teníamos al través al Faro Querandí.
Hasta ahí la vida a bordo transcurría normalmente con las guardias Charly-Dany / Amalia-Aurora, buena comida, pizzas, guiso y muy buen humor a pesar de las olas muy altas.
En la noche anterior, el único momento molesto fue cuando llovía tan fuerte que no se podía ver nada y durante un instante, no supimos para dónde apuntábamos por no poder ver nada afuera.
A las 16.00 hs. hablamos con Jorgito Jáuregui, que me preguntó por mis quemaduras, él había zarpado a las 08.00 hs del domingo y estaba unas pocas millas detrás. Su barco es el Albacora, un CP30 bastante más veloz que el Shipping.
Nosotros nos habíamos comido 10 horas de Norte más o menos duro.
A las 18.00 hs se largó el “sifonazo”. Abajo la mayor y achicamos la genoa, a menos que un tormentín. Me acomodo primero en el cockpit para timonear y tomo conciencia que se viene un temporal mucho más fuerte que el previsto.
En un segundo pasaron por mi cabeza todas las posibilidades que chocaron con una sola certeza: no había otra que correr el temporal. Inmediatamente me atacó una gran preocupación, con cada ola que rompía el barco se orzaba y eran tan grandes que quedaba de costado a la ola. Mi temor era forzar el timón y así lo comenté a los tripulantes, a los que torturé cada 5 minutos cuando les tocó reemplazarme en la caña:
– Suave….dejalo ir y cuando no ofrece resistencia, dale,….. acomodalo.
A las 20.00 hs escucho con horror al Albacora de Jorge Jáuregui que comunica a “5 Charlie” que acaba de romper el timón, y está a la deriva con un timón de fortuna hecho con el tangón.
Inmediatamente me comunico con él:
– Jorge, que macana!….. En qué te puedo ayudar?.
– Aurorita tratá de acercarte así no estamos tan solos.
– Bueno……
Imposible volver, ya soplaba un disparate y las olas venían por popa, rompiendo.
Jorge estaba a 4 millas al SW y achicar el poco paño que tenía me dejaba sin propulsión y la ola me rompía encima, así que la desesperación de no poder hacer nada por ellos fue infinita, no podía sacar ni un segundo de mi mente lo que deberían estar pasando, a la deriva, con ese viento y esas olas.
Me comunico nuevamente y me dice que puso motor auxiliar y que la hélice lo va a sacar afuera, porque el problema era que el viento Sur y la ola lo tiraban sobre Punta Médanos así que se iba para afuera y perdí toda comunicación con ellos.
A unas 4 millas antes de Médanos veo una luz blanca en mi proa. Qué era: un buque o un velero?. La visibilidad no era muy buena, doy mi posición, rumbo y velocidad y pregunto al buque, o velero, 4 o 5 veces hasta que me contesta Armando Bozzini del Red Wind (Victory 40), que habían salido el sábado al mediodía.
Intercambiamos comentarios sobre el tiempo y me comentó que el borde le daba para pasar Médanos por afuera, nos saludamos y desapareció.
Asistida por Dany sigo timoneando en la noche, buscando dejar Médanos con respeto, pero las olas son tan grandes que me acerco a los 10 metros de profundidad y ahí empezaron a romper todas las olas. Me alejo hasta los 12 metros y, una vez pasados los bancos, busco navegar a 5 millas de la costa, temiendo constantemente romper el timón.
A las 01.00 hs estábamos a la altura de Las Toninas, a las 02.00 hs frente a San Clemente. Allí es donde me doy cuenta que los chicos, tanto Dany como Amalia que son excelentes navegantes, jamás habían timoneado en estas condiciones. El fantasma de romper el timón me perseguía, así que timoneé todo lo posible. Charly desde adentro hacía las marcaciones y la radio.
Cuando estábamos al través de Punta Rasa comienzo a darme cuenta de que no iba a aguantar hasta la costa uruguaya, cada ola era un esfuerzo mental y físico muy grande. El peor problema era la hipotermia porque ya no teníamos ropa seca y la lluvia y el viento castigaba con fuerza constante sobre nuestros
cuerpos empapados.
Eso hizo que Amalia se atacara de sueño y Charly no saliera por su mareo, reservándose en el interior para ayudarnos. Lo que tenía en claro era que iba adonde me llevara el viento y las olas, sin forzar el timón. El rumbo nos daba NE (derecho al Banco Rouen). La noche sin Luna nos dejaba ver la maravilla de un mar totalmente iluminado por las crestas rompiendo y las noctilucas que brillaban como nunca dando un efecto fantasmagórico pero fascinante. Navegamos 15 millas con ese rumbo hasta que a las 05.00 hs del lunes, exhausta, pongo el barco a la capa y me tiro en el piso a reponerme un poco. Ya adentro se viene mi perrita, Pitu, a buscar un poco de calor aunque fue ella la que me reconfortó con el suyo.
Una hora y media pude aguantar adentro, las olas rompiendo constantemente sobre nosotros, el ruido, el barco barrenando de costado, sin recuperarse…………
No lo pude soportar y decidí a las 06.30 hs tomar nuevamente el timón. Antes miré donde estábamos y si nos daba para meternos en Samborombón, buscando la protección de la costa y  los 4 metros, donde presumía que no habría ola.
Nos daba, dejando sobre babor los bancos del Tuyú y San Agustín, con bastante respeto.
Me comunico con “5 Charlie” para avisar mi intención de poner rumbo 260º. Terminamos haciendo 290/300º. Y ante mi ingenua idea de que ya había pasado lo peor, salgo, viro y empezamos a entrar lentamente en la bahía.
En ese momento medía 16 metros de profundidad. Las olas rompían ahora a un descuartelar sobre babor, no todas. Se asoma Dany y me dice: 
– Aurora, está soplando más fuerte?.
Y si, estaba soplando más fuerte que nunca y cuando llegamos a los 9 metros y hasta los 6 metros, fue lo peor. Las olas rompían todas, muy fuertes y soplaba, estimo, entre 60 y 70 nudos. Muchas veces, en ese trayecto que fueron 50 millas (12 horas), pensé que no salíamos de ésta. A Dany, en un momento que yo había bajado, le rompen tres olas inmensas.
Aurora, acá hay unas olas desubicadas que rompen muy feo!!!.
Me asomé y vi su cara….decidí timonear hasta llegar o hasta que pudiera. En otro momento Amalia timoneando, grita con espanto:
 Aurora, tumbamos, el palo está en el agua!.
Desde adentro la tranquilicé:
– No, no tumbamos, esto es así…..los barcos navegan, no se hunden, seguí que está todo bien. Seguí tu rumbo y no te preocupes.
Luego me comentaría que cuando le dije así, pensó: “bueno, si Aurora lo dice”, y se tranquilizó por completo, concentrándose en el rumbo y cuidando el timón.
La balsa salvavidas, prestada por Patricia Brizuela (Ithaca) me daba tranquilidad en cuanto a nuestras vidas, la imagen de como proceder en caso de tirarla al agua empezó a ocupar mi mente a medida que pasaban las horas y no bajaban ni el viento ni las olas. Me pareció de mal augurio y negativo, pero en esas circunstancias pensaba constantemente en la tripulación. Si el barco no aguantaba o se rompía algo, tenía que saber cómo proceder para tener el menor riesgo. La responsabilidad de las vidas a bordo me abrumaba, y recé más que nunca en mi vida con Amalia. Dani me confesó que ese fue el peor momento para él. Justamente una ola rompe, se llena el barco de agua donde está el tablero y se hace un cortocircuito…..olor a quemado y humo. Nos quedamos sin radio. La sensación es de tragedia. Cuando nos escucho rezar, pensó: “esto está muy mal”.
A los siete metros de profundidad, ya me había acostumbrado a que el barco navegue totalmente escorado. Enfrentaba la ola perpendicular y la “surfeaba” poniendo la aleta hasta la próxima. Después de tanto tiempo timoneando en las mismas condiciones, sentí que con el barco nos fusionábamos con todo. Pasamos a ser parte el uno del otro, es como una entrega en armonía. Yo pensaba: “esto va a pasar, no puede durar eternamente”.
Seguimos así hasta los 5 metros. Empezaron a bajar las olas y no rompían todas, mi corazón sintió la tibieza y la esperanza de habernos salvado. Cuando llegamos a los 4 metros, las lágrimas corrían copiosamente por mi cara. Salió Charly y le dije:
– Viste que no te iba a dejar morir?……………..
A partir de ese momento empezaron a surgir las reflexiones:
DANY: Los peores momentos fueron cuando el Albacora nos pidió ayuda, y cuando Aurora me dijo: “creo que no salimos de ésta”. Yo le dije: “está la balsa”, y ella me respondió con una cara de profunda tristeza: “yo también pienso en mi barquito”. Me pegó muy hondo. Fui a aprender, espero haber aprendido.
AMALIA: Yo confiaba ciegamente en Aurora, ella nos daba las órdenes con calma, nunca hubo caos ni pánico. Todos pensamos: Aurora sabe y nos va a sacar de ésta!.
CHARLY: estaba mareado, no comió ni tomó agua durante un día y medio para no crear más problemas. Fue muy frustrante para él no estar arriba. Muchas veces pensó que nos hundíamos.
Fondeamos a cuatro millas del Río Salado. Esa noche dormimos con la cocina y el horno prendidos para secar todo, no nos pudimos tapar con nada, todo chorreaba agua salada.
Al día siguiente (martes) sacamos todo afuera al sol. Dany (Mac Guiver) puenteó, no sé cómo, la radio y la hizo funcionar. Después de muchos intentos nos contestó “5 Delta” y nos comentó que estaba saliendo un helicóptero a buscarnos. Hacía más de 36 horas que estábamos incomunicados!.
Cabe destacar que la tarea del operador Irigoyen de Río Salado fue más allá de su deber, estuvo permanentemente en escucha hasta que partimos, el miércoles a la mañana y llamó desde su celular personal a nuestras familias para tranquilizarlas. Nuestro agradecimiento a toda la Prefectura por su desempeño y profesionalismo en esos momentos tan duros.
Lo que vino después fue sólo disfrutar de estar vivos, poder contar lo sucedido y volver a casa.
Entregué el barco a la “tripula” y me desperté casi cuando llegamos a La Plata.
Sólo me queda dar gracias a Dios y a mi barco……
Aurora Canessa

Cabo de hornos y ventisqueros

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