Un Cadete en el Caribe Buenos Aires – Florianópolis Ricardo Molina Etapa 1
Por Ricardo Molina – Asociado 145
Partí de Buenos Aires con mi velero Lucero, un Cadete de Frers, en marzo del 2003. En ésta primer etapa que pensaba hacer en solitario, 2 días antes, se embarcó una joven que quería ir a Brasil, pero nunca había navegado y menos en el mar. Con mi novel tripulante hicimos nuestra primer escala en Colonia, luego Piriápolis y de ahí a Punta del Este. De esta, salimos con buen pronóstico hacia La Paloma, allí, con una meteo que nos daba 3 días probables de vientos suaves del sudeste, decidimos partir para Río Grande do Sul.
El Cadete Lucero equipado para largas singladuras
En la mitad del camino el sudeste subió a fuerza 6 y se puso bastante complicado, el cadete “volaba bajito”, este viento casi nos lleva contra la costa, finalmente, después de bastante lucha, llegamos a Río Grande a la noche, no pudimos entrar por la bajante de la Lagoa dos Patos que generaba unas olas inmensas ya que se encontraba el vaciamiento con el sudeste en la entrada, nos aguantamos toda la noche afuera, a la madrugada, con una pequeña vela y nuestro motor Volvo Penta de 10 hp a pleno, logramos arribar trabajosamente a un costado del canal de entrada donde echamos anclas, estábamos totalmente agotados.
El Lucero con rizos
Les comento de mi velero, el Lucero tiene una mayor antigua de Marcelo Breuer, una de capa, un foque, un tormentín, genoas 1, 2 y 3 a tope de palo con un invento que hice agregándole un botalón antes de partir. Un motor antiguo a gasolina de 10 hp muy noble, dos anclas, VHF y dos GPS. Aquí algunas imágenes de navegaciones en Buenos Aires, rescatadas mediante el escaneo luego de tantos años, disculpen la resolución. Es muy interesante apreciar las modificaciones que tuve que hacer como para equiparlo para largas navegaciones en el mar
El Lucero en Colonia, antes del equipamiento.
Aún tenía todos sus barnices
Provisiones….
En su amarra
Sigamos con el relato, en Rio Grande me quedé por mal tiempo casi un mes en el Club Náutico de la ciudad. El próximo, era un tramo muy difícil para mi Cadete, hay que subir con un buen sur o no subís, normalmente sopla el nordeste que es muy duro y para pequeños veleros, como mi Lucero, es prácticamente una odisea. Decidí esperar alguna ventana milagrosa de tres días para hacer las 300 millas. En Rio Grande me despedí de mi joven tripulanta y comencé a buscar algún otro compañero para la travesía, no fue fácil ya que cuando veían mi pequeño Cadete salían corriendo!!!
En esa marina me encontré con un rosarino en un Alfa 25, un héroe!!! y a otro argentino en un 12 metros de madera, decidimos salir todos juntos una nebulosa mañana, el pronóstico era bastante inestable, teníamos tres días de sudeste suave y luego el fin del mundo………un pampero que se olía en el aire.
Cuando salgo por la barra de la Lagoa dos Patos y entro al Atlántico se paró el motor y no quiso saber más nada, el viento nos llevaba a solo 3 ,4 nudos y no más, la situación era un poco estresante, siempre mirando para atrás, por si veíamos aparecer el frente.
Me acompañaba en esta ocasión un estudiante de biología marina, que se mareaba terriblemente pero timoneando se aguantaba bien. Así fue toda la travesía. Cuando pasamos la entrada de Laguna ya se veía venir al monstruo tan temido y no había manera de apurar la marcha, hacíamos un nudo o dos, casi sin viento, a la noche el espectáculo fue extraordinario, estábamos solos, rodeados de relámpagos, la naturaleza y todo su poderío. Aguantamos y despacito, por suerte pudimos entrar al puerto de Imbituba, muy buen lugar para escaparle a las tormentas.
Terminamos de echar anclas y entró el pampero, mi Cadete flameaba adentro del puerto como una bandera, yo había tirado 2 anclas prácticamente sobre la playa. Como no tenia BLU no sabia de la suerte de los otros, después me enteré que el Alfa 25 había entrado en Laguna y un día más tarde entraba en Imbituba el 12 metros.
Luego de esperar 3 días en lugar seguro, partí solo para Florianópolis pasando por Naufragados en la punta sur de la isla, hasta arribar finalmente al Iate Club de Florianópolis!!!
Había logrado pasar una de las pruebas más difíciles para mí y mi querido Cadete, nos quedaban escalas y recorridos mucho más amigables para el Lucero y su capitán.
Ricardo Molina – mayo 2010 – Saint Martin
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