Navegación Puerto Deseado – Bahía Blanca 2013 Victor Felipe
por Victor Felipe – Asociado 241
En la planificación de la derrota del Soledad hay puntos de parada, puntos deseables y puntos de paso. Los primeros son donde están programadas paradas obligatorias por motivos fundados, sean estratégicos, logísticos o recreativos. Los segundos son lugares de interés que su entrada está supeditada a condiciones climáticas o de disponibilidad de tiempo. Por último, los puntos de paso tienen por fin poder evaluar el grado de avance del viaje en un cronograma.
Chaparrón en el mar…..
Por ejemplo así sé que si paso por un punto determinado para tal fecha podre saber cuántos días llevo adelantados o retrasados y así determinar si los puntos deseables se convierten en reales. Todo muy lindo hasta acá, pero lo que no puedo saber es como Puerto Deseado, con ese nombre, estaba entre los puntos de paso. Máxime cuando es la única ciudad de la costa argentina que, quien sabe por qué, no conozco. Tal vez fue justamente por eso que subestime al lugar, “total es más de lo mismo” habré pensado.
El Soledad en Puerto Deseado
Por suerte el viento, conocedor de la Patagonia, quiso que allí entremos. Deseado nos encantó en todos sus aspectos. El importante puerto, la geografía con extrañas y bellas formaciones rocosas, la gran ría, la riqueza de su fauna, el pueblo con su arquitectura tradicional de chapa mesclada entre construcciones modernas, siempre muy bien cuidadas como así también sus espacios públicos y sobre todo su gente afable y cordial. Si bien ya es una ciudad, es de esas que la gente se saluda por las calles y a nosotros sin ser conocidos también. Aunque después de la noche del viernes gracias a las gestiones hechas por Tonio y Pablo en todos los bares que encontraron, salimos del anonimato y ya toda la comunidad sabia del velerito y sus tripulantes. Mientras yo estaba de guardia de fondeo, porque el barco estaba en un lugar no muy seguro, estos crápulas descarrilaron en la noche deseadense y a partir de ahí donde íbamos nos decían “ah, ustedes son los del velerito” Que dignos representantes tiene el Soledad!
Desde el momento que llegamos entablamos amistad con los marineros del remolcador Yamana que oficia de Club Náutico anfitrión de todos los veleros que allí llegan. Gracias a Jorge y Enrique que hasta tienen un libro de visitas con todos los barcos que en este puerto recalan y como corresponde terminan abarloados a éste cuando no tiene trabajo. Al entregarnos el libro de visitas para que completemos y ver las presentaciones de casi todos los barcos, con fotos, tarjetas de presentación, sellos, etc., no podíamos dejar nosotros solo un texto con tan extenso recorrido sobre nuestra espalda. Ya habíamos lamentado en Ushuaia, Puerto Parry y en San Juan del Salvamento no tener una fotito del Sole para dejar de recuerdo. Así que acá, como los grandes, mandamos a imprimir fotos, tarjetas de presentación y hasta remeras con el logo de la empresa!
Otro hecho gracioso es que un día que me separe de la tripu al medio día para regresar al barco empezó a soplar sur que castiga un poco dentro del puerto y el oleaje golpeaba el barco contra el remolcador. Por eso decidí mudarme a la otra margen de la ría a unos más de mil metros donde solté el fondeo y me dispuse a esperar que aflojara. Así perdí a mis compañeros que a la tardecita me llaman para preguntarme donde estaba. Yo naturalmente, imagine que habían llegado al puerto y con sorpresa no veían el barco, pero los turros estaban en el centro y pensaban que yo seguía vagabundeando por ahí.
Cuando conté lo ocurrido y que debían buscar un bote que los cruzara no se hicieron demasiado problema y recién me reencontré con ellos al medio día siguiente, justo a tiempo para salir con la marea. Estos crápulas cuando tocan un puerto se convierten en marineros de verdad.
Una de las cosas que por excelencia insume mis horas de navegación, de día o de noche, sin lugar a dudas es dedicarme a pensar. Buscar un tema y tratar de debelarlo, pensarlo del derecho y del revés, entenderlo, desarrollar supuestos e hipótesis y hasta por qué no enunciar alguna ley. Es que tiempo es lo que sobra. Por eso pido disculpas a los lectores cuando abordo un tema, no necesariamente náutico o inherente al viaje y los aturdo aunque siempre transcribo un resumen del contenidos de lo que fue mi debate interno.
A estos sucesos los considero como una derrapada del bolígrafo y creo que dicha pérdida de control pueden debelar la salud mental del que escribe. Tanta introducción ha sido para justificar lo que a continuación paso a escribir. Confesión N° ¿?: En la creencia que la libertad tiene varias aristas y no solo es estar viajando en un velero. Otra de ellas es conocernos a nosotros mismos y aceptarnos con todos nuestros defectos y falencias. Y no me refiero al “ah, yo soy así” y todo me chupa un “huevo”, sino haceros cargo y reconocerlo profundamente en nuestro interior.
Los años me han enseñado que no se puede ser todo lo que la sociedad pretende y que está muy bien buscar la excelencia y tratar de mejorar pero que somos lo que somos y que sin alevosía no hay delito. Y esto, ya de grande, me ha dado mucha paz y libertad entendiendo entre muchas cosas porque no seré yo como el modelo de la publicidad de puchos que se gana todas las minas o por qué no tenía yo la capacidad de liderazgo y el carisma de un capitán propio de una novela de Patrick O’brian.
También he encontrado muchas otras cosas más devenidas de la vida real. Acá me meto propiamente en el tema a desarrollar que se ha convertido en la mera revelación para mí, aunque los que me conocen mejor de lo que yo me conozco digan “chocolate por la noticia. . .”
Cada vez que entro a un puerto estoy feliz, eufórico. Es como una victoria en cualquier actividad, como meter un gol. Este estado me dura veinticuatro horas y a continuación relajo, disfruto, comparto, conozco, veo, huelo, siento . . . Pero al tercer día me invade una incontrolable necesidad de abandonar el puerto, ciudad o lugar que este.
Es como si me estuvieran apurando o siempre estoy en una carrera. Mi existencia se limita a estar meramente en movimiento y la gente que me acompaña vaya si habrá padecido esto. Recuerdo centenares de veces que Soledad la auténtica no llegaba a comprender cuál era la necesidad de avanzar a tan pocos días de haber llegado a un lugar. Aun no tengo una explicación de esto en los viajes terrestres pero si cuando son por mar. Los problemas en el mar están siempre cerca de tierra.
La navegación costera es la más peligrosa, bajo fondos, corrientes, mareas, trafico, escarceos, autoridad marítima y en los puertos hay que agregarle burocracia, a veces pillaje, otras la falta de posibilidades de dejar el barco físicamente seguro, la posibilidad de perder algún o todos los tripulantes mientras que mar adentro solo hay viento, olas y nuestras propias limitaciones.
Conclusión: Es el sentido simplista de la vida sin preocupaciones, de necesidad de seguridades y de encontrarme o hacer nuevos amigos en el próximo puerto. De sentir nuevamente la euforia. Todo me lleva a estar en movimiento. Es necesario aclarar que ésta, además de ser una confesión, es una explicación para mis pobres tripulantes que no llegan a entender porque estando sobrados con los plazos tenemos que arrancar a tan pocos días de llegar.
Retomando con la navegación les cuento que en el mar con el correr de los días el viento va paseando por los distintos cuadrantes y varía su intensidad aunque claramente tiene preferencia por los de proa. El cielo se muda de ropa todos los días, unos esta con capote de invierno, otros con distintas combinaciones de nubes y unos pocos, los más lindos, está completamente desprovisto de prendas y el sol nos carga las pilas. El oleaje también es siempre distinto y está compuesto por la olita propia del viento imperante en ese momento y además las largas ondas que llegan quien sabe de dónde, en ocasiones de varias direcciones, pudiendo ser hasta opuestas. Hemos entrenado el ojo y a primer golpe de vista podemos hacer una lectura de la superficie del mar y su ritmo.
Las condiciones del clima han sido optimas tanto en temperatura como en intensidad de viento y solo ha molestado un poco es la dirección del viento que contra toda estadística ha soplado mayoritariamente de donde debería haber sido la minoría. El andar por momentos se torna lento e incómodo por la escora y la permanente agua salada en la cubierta que poco a poco va ganado el interior y dejando todo entre pegajoso y aceitoso. (En Bahía Blanca, con tiempo lavaremos todo con agua dulce para erradicarla). Los días navegados se hacen fugaces y se empieza a complicar separar unos de otros o a hechos concretos y acotarlos en el tiempo, “eso cuando paso?, ayer o antes de ayer?” . Vamos sumidos en un dulce limbo y como maratonista que habiendo cambiado el aire entra en ritmo, creo que se puede estar en este estado en forma indefinida. Solo la cercanía de un puerto nos saca de ese letargo.
Esto me hace pensar que interesante experiencia tiene que ser una larga travesía!
A menudo mis cavilaciones me encuentran analizando, ante el inminente final del viaje, como será el regreso al “mundo de los vivos”. Del materialismo, el trabajo rutinario, de problemas tan concretos como efímeros, de absurdas necesidades innecesarias. Pensando que esa realidad no puede tener lugar en mí persona. Pero ya me ha ocurrido en otros viajes y sé que el sistema es incorruptible y con paciencia infinita hace muy bien su trabajo. Es infalible y cual can ovejero se encarga de recuperar a la oveja que se ha apartado del rebaño. La oveja que hoza andar por otro camino que no sea el de su amo no tiene lugar o se la come el lobo. Pero por más que eso ocurra sé que como grabado con un hierro caliente late un espíritu en mi interior y como en la novela de E A Poe, un cuervo posado en el umbral de mi conciencia me susurra al oído una y otra vez “nunca más . . .” Y es que ya lo sé. Se puede andar por otros caminos y sé que yo puedo andar por otros caminos y aunque acate el mandato del pastor y su ovejero y la mar en coche, allá a cientos y hasta a miles de kilómetros del mar estaré trabajando para construir un futuro posible mientras aguardo el inevitable llamado que me llevará donde mi voluntad, el viento y las olas lo dispongan.
Vista de la flota al borneo desde el varadero del CNAS
Como comente más arriba, desde que salimos de Deseado, el viento se ha empecinado en soplar de donde no debe. Y es que nuestra amada Patagonia no nos quiere soltar. A través de Miguel nos habían cursado una invitación del C N Atlántico Sur de P Madryn para que entremos a visitarlos pero en mi apuro por llegar a Bahía Blanca donde me espera entre otras cosas el afecto de la familia (mi hijo y mi padre) decline la invitación con un muchas gracias y en otra oportunidad será. Pero con soberbia ignore el hecho de que muchas veces uno no debe ser descortés.
Que puede haber mejor que un asado para recibir a los amigos…..un aplauso para el asador!!!
Victor compartiendo en el quincho con los asociados del Club Náutico
Atlántico Sud
Rodolfo Fernández Renom, de azul, Delegado de ADAN en Madryn
Los navegantes de Madryn junto a la tripulación del Soledad
Por suerte la escuela del mar educa y con un fuerte viento de jeta nos obligó a entrar en el golfo. La naturaleza quiso que en Madryn terminemos y le doy gracias porque si no, nos hubiéramos privado de conocer un maravilloso grupo de nautas, tan apasionado como lleno de dignos exponentes de la vela. Hemos sido recibidos calurosamente y nos han agasajado con un terrible asado. Es para nosotros increíble recibir el afecto y las felicitaciones de gruesos navegantes que han andado por todo el mundo.
El segundo día en puerto se largó un sur fuerte y ahora estamos a la espera de condiciones para seguir pero felices de estar en tan hermoso lugar. Gracias por todas las atenciones a la gente del Club Náutico Atlántico Sud.
Gracias una vez más a la gente copada de ADAN y gracias Miguel!!
Partimos de puerto Madryn furtivamente, sin despedirnos. Pero habían abierto el puerto tras la baja del viento y sabiendo que la colita del sur sería muy corta, apenas tendríamos entre treinta y cuarenta horas antes de que regrese Don Norte, nos levantamos a las 0400 y mientras Pablo y Tonio iban al barco a disponer todo para la partida, yo fui a la Prefectura a tramitar el despacho.
El Suboficial de guardia me atendió muy cortésmente pero delegó el trabajo a un muchacho nuevo que en su afán de hacer las cosas bien inicio todo desde la presunción de que uno es un delincuente y con toda la documentación a su disposición se dispuso a buscar la falta……
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En primer lugar encontró mi habilitación vencida la semana pasada y con un fuerte “AJAAA” no pudo disimular su alegría. A esto respondí que sabiendo que la misma expiraría en mitad de mi viaje había tramitado la renovación en el mes de noviembre y hasta la fecha me constaba que no había llegado a la dependencia de mi localidad y que sería bueno que él, en nombre de la institución me diera alguna respuesta referente al tema.
Claro está que avalé esto con la presentación del correspondiente cupón de pago de dicho trámite. Mientras el Suboficial y el resto de la guardia se divertían con esto parece ser que no hizo el mismo efecto en mi interlocutor así que reinicio la investigación.
Tras revisar todo, del derecho y del revés, se le antojo que el Certificado de Matrícula estaba vencido y que estos se deben renovar cada 5 años..
No sé si esto es así, es la primera vez que lo escucho, pero el agente se tomó todo el tiempo del mundo para revisar cuanto reglamento conocía y finalmente con un “lo dejare salir pero para la próxima tiene que renovar el certificado de matrícula” nos dejó ir.
Esta demora una vez más nos apretó con los horarios dado que queríamos estar en la boca del golfo al mediodía para salir con el final de la marea vaciante y luego pescar la entrante que llena en dirección general norte sur y nos daría un poquito más de velocidad. Con las mareas hemos estado todo el viaje como las bolas del galgo (siempre corriendo y siempre detrás). Hasta las próxima Madryn !!!!! y gracias a toda la gente linda del Club Náutico Atlántico Sur que nos recibió tan calurosamente y que por falta de tiempo siento que no pudimos retribuir adecuadamente. Volveré!
Con viento fresco del sur y marea vaciante recorrimos raudos las millas que separan la ciudad de la boca del golfo y llegamos a esta justo para pasar con la estoa de baja. Acá encontramos la ola del sur que como suponíamos era impresionante, creo que vimos las más grandes de todo el viaje, pero al no tirar la marea eran solo colosos que pasaban mansos bajo nosotros. Pero creo que con una fuerte corriente la cosa hubiera sido otra.
Por momentos cuando se apilaba una ola sobre otra creo que su altura llegaba con facilidad a los 10 metros pero al no formar rompientes todo se limitaba al juego del zamba.
Por la tarde recorrimos la parte sur de península Valdez y justo en el momento en que el sol se ponía inundando el oeste con todas las gamas de rojos y naranjas, por el este despuntaba la luna, completamente llena, derramando distintos matices de violetas. Y mientras nosotros navegábamos en medio de la eterna persecución de los dos astros, caímos treinta grados al norte para dejarles el camino libre y para hacer proa a las inmediaciones de Bahía San Blas del otro lado del golfo San Matías.
Las primeras horas las hicimos muy veloces, con corriente a favor y viento a un largo, pero en el transcurso de la jornada siguiente, como estaba anunciado, este último empezó a aflojar y desde pasado el mediodía debimos aplicar motor para ganar millas antes que entre el norte.
Ya de tardecita, cerca de la desembocadura del Rio Negro, me cruce con una aguaviva bien rojita, hermosa, de esas que arden de solo verlas. Le pregunte por donde quedaba Monte hermoso, “esta debe saber” me dije y efectivamente me informo que siguiera en esa dirección hasta que encontrara los grandes bancos de sus congéneres y allí pusiera la proa al viento del norte hasta que el agua se ponga verdosa y encontrara las playas de arena.
Y efectivamente un poco más adelante encontré el gran banco de aguavivas pero como en realidad queríamos entrar a Bahía Blanca y no a Monte Hermoso decidí tomar el viento por la amura de estribor para caer al famoso “Rincón” donde el clima, caprichoso como niño mal criado, desafía a los modelos de los más buenos meteorólogos.
Don norte se fue poniendo fortachón y con una leve componente del este nos permitía hacer buen rumbo, pero no sin ceñir a rabiar. Con el correr de las horas siguió aumentando a la vez que nosotros fuimos achicando trapos hasta quedar solo con el tormentín.
Nuestro ángulo de ceñida era pésimo. Es obvio que la Patagonia no nos quería soltar sabiendo que este era su último puerto. La pulseada fue dura y pareja pero al cabo de unas cuantas horas demostramos que a cabezas duras no nos gana nadie y el viento del norte se retiró a descansar. A las ocho en punto tomábamos amarras en el Club Náutico Bahía Blanca.
El Soledad y su tripulación en el Club Náutico Bahía Blanca Victor y Oscar Isa, Comodoro del Club Náutico Bahía Blanca y Vice Presidente de ADAN
En el momento que desembarque, en este querido club, me sobrevino un torbellino de emociones. Otra vez alguna lágrima corrió por mi mejilla, pero como recio hombre de mar la disimulé y me aparte del grupo para que no se dieran cuenta.
En este caso no diré que fue la sal del mar, ni el reflejo del sol.
Durante los dos últimos años había imaginado este momento una y mil veces y ahora era realidad. Si bien el viaje termina en Buenos Aires, lo que queda no es otra cosa que un traslado.
Siempre el objetivo fue llegar hasta acá. De hecho no tenía compromisos de ninguna índole más allá de este puerto y en algún momento pensé que si llegaba muy maltratado este era un buen lugar para terminar y llevarme el barco por tierra. Estos son mis pagos y aunque por elección soy patagónico no puedo negar que por aquí tengo raíces.
Además en la última singladura se habían sucedido varias marcas, que si bien son solo números, no dejan de ser importantes para mí. La primera fue que al cruzar el paralelo 41° 30’ había pasado el punto de partida del otro lado del continente.
El segundo fue el haber superado las 3000 mn desde la salida. Y el tercero tras cruzar el 40° 09’ había traspasado la amarra del Soledad en el Lago Lacar (el que fue su domicilio por casi 7 años).
Encomendé a Pablo y Tonio que se ocuparan de todo lo que surgiera, me di una ducha y me fui a prefectura caminando despacito para alargar el momento de euforia y disfrutar al máximo cada segundo.
Estando en prefectura a la espera de completar el trámite de rigor, llego Oscar Isa, presidente del CNBB quien agilizó los trámites y me llevo de regreso. Puso todo a nuestra disposición y a menos de dos horas de nuestro arribo el Soledad estaba fuera del agua sobre un tráiler y los chicos limpiaban el fondo de todo el verdín que habíamos acumulado estos meses.
Al momento de sacar el barco del agua tenía mucho temor. Imaginaba que al quillote le faltaría un pedazo y en el casco, alrededor del mismo, habría varias fisuras pero para mi sorpresa no halle nada de eso y el fondo estaba como cuando salió de San Martin.
Esa mañana mientras los chicos laburaban como locos yo me aboque a recibir una llamada telefónica tras otra con las felicitaciones y el afecto de los amigos que fuimos recolectando durante el viaje, los de San Martín y la familia. No fue hasta ahí que tome conciencia de cuanta gente estaba expectante.
Victor y Oscar Isa en la Charla para los Sociuos del CNBB
Para festejar…..asado!!!
Siempre me he sentido más cómodo en el anonimato y he elegido andar por callejones más que por avenidas pero debo reconocer que lindo es recibir el afecto de tanta gente. (Espero que toda la mostaza no se me suba a la cabeza).
Por la noche nos mudamos a Monte Hermoso para pasar cómodos en una casa el fin de semana y el temporalito anunciado. Ver a mi hijo, a mi viejo y mi hermana.
En estos días de “concentración” pudimos hacer un balance con los chicos y abordar cualquier tema sin reparos cosa que navegando no me parece recomendable.
Hablamos de la experiencia, las vivencias, el compartir y una vez más me demostraron la clase de personas que son y porque los había elegido para compañeros.
Al término de la charla, para sorpresa de ellos, anuncie que estaba analizando la posibilidad de largarme en solitario y que la decisión estaba trabada en un debate interno entre las ganas de hacerlo, el temor a no bancarme la soledad y el peso que para mí representaba bajarlos.
Los chicos no evidenciaron asombro ante mi anuncio y yo pase todo el sábado y el domingo en la encrucijada. La oportunidad no era única porque seguramente me encontraré otras veces en las que pueda probar de navegar solo. Pero no sé cuándo.
La ruta y el momento si eran tentadores dado que ya la conozco y las condiciones son mucho más benignas que en el sur. Además hay varios puertos de recalada. Como contraparte tenía un fuerte y horrible sentimiento que estaba traicionando a mis amigos y a mí mismo. Siempre rescato que una de las cosas más lindas de estos viajes es compartir.
El lunes por la mañana y tras juntar coraje me senté con ellos y anuncie que seguiría solo. La noticia creo que era esperada y asumida de un modo esperable. Anto anuncio que estaba feliz con lo hecho hasta acá y que para él era más que suficiente y el mismo día comenzó el regreso.
Despedida de Lucas
Por otra parte Pablito, genio como siempre, me acompaño a Bahía y me dio una mano para poner el barco en condiciones y tras compartir un asado de camaradería con los muchachos de CNBB se fue a Buenos Aires asumiendo el compromiso de esperarme allá. Pablo SOS UN GROSO!!!!
Partida del Soledad de Bahía Blanca – CNBB Ahora estoy navegando al traves de Mar del Plata donde espero tener señal y enviar este mail. Sobre lo acontecido en Bahía Blanca como de la navegación de esta pierna les contare en la próxima. Saludos a todos y en especial a mis ex compañeros.