Relatos de navegantes

Hasta las entrañas del río Rosario

Por Martín Pachiani

Casi al amanecer de una fresca mañana de marzo nos encontrábamos una vez más Ariel, el Tormento y yo. La brisa del norte nos saco rápidamente de San Isidro presagiando que no tendríamos mucha agua con ese viento, a pesar de ello decidí intentar el cruce del Mitre mucho antes del tedioso paso, tal es así que luego de pasar la boya verde Km. 21 pusimos rumbo a Colonia. Atentos a la ecosonda alcanzamos el canal con suficiente agua y lo atravesamos por el par Km. 31.5.
la marca
rio Rosario – Uruguay
Llevábamos una mano de rizos y el barco, algo al límite, navegaba muy rápido mientras gozábamos de los vaivenes del viento y las olas, al advertir un ligero aumento en la profundidad decidí calar totalmente la orza y a los pocos minutos un par de golpes contra el fondo nos obligaron a reducir nuevamente el calado.
Al cabo de un par de horas alcanzamos a distinguir, lejos a estribor, la boya A, los elementos nos aconsejaban tomar el segundo rizo, la velocidad seguía firme y nuestro objetivo también.
Hace varios años cayo en mis manos un croquis con el relevamiento batimétrico del río Rosario desde entonces siempre estuvo en mis planes remontarlo y lo charlamos en varias oportunidades con mi amigo y compañero de aventuras Ariel, quien además tiene un micro igualito al mío y esta seria una linda travesía para juntar ambos barcos.
Como sucede generalmente los tripulantes fueron desertando y el día de zarpada a pesar de lo diminuto de los barcos faltaba tripulación, así que decidimos utilizar el Tormento cambiando mi fuera de borda por el de Ariel que al ser mas potente nos facilitaría remontar los 20 kilómetros del río Rosario hasta alcanzar el CN Concordia.

HACIA LA COSTA URUGUAYA  

El incremento del viento se llevó mi sombrero y para cuando maniobramos para recuperarlo lo vimos desparecer bajo las aguas ocres del Río de la Plata.
La navegación al través se transformó en una dura ceñida con fuertes sacudidas contra las olas de manera que buscando un poco más de confort decidí que era tiempo de bajar la mayor y continuar solo con el foque.
Aprovechamos para masticar algún alimento pasar la posición a la carta y descontracturarnos un poco, el barco orzaba bien y solo perdimos medio nudo de velocidad. Minutos después del mediodía pasamos los restos visibles del buque a pique Lambaré y con la disminución del viento volvimos a establecer la mayor rizada.
La ruta nos llevo a pasar muy próximos al bellísimo faro Farallón que nos mostraba sus peligrosas restingas velando sobre la superficie. La pequeña isla esta rodeada de piedras lo que hace muy difícil el desembarco, esta circunstancia solía mantener aislados a los fareros de antaño durante largas jornadas de mal tiempo.
Ellos eran los encargados de encender el faro y mantener funcionando el mecanismo de relojería que mediante unas pesas hacia girar la óptica generando los destellos. Este faro esta encendido desde 1876, antiguamente la empresa que se encargaba de su mantenimiento estaba autorizada a cobrar un impuesto a los buques que entraban al puerto de Colonia que era de “1 centésimo de oro por tonelada”.
En la actualidad el mecanismo esta automatizado y alimentado por energía eléctrica por lo que al igual que la mayoría de los faros no requiere un guardián.
Pasamos la frondosa isla San Gabriel y busco acercarme a la costa uruguaya esperando encontrar abrigo a la marejada del norte, sin embargo cuando alcanzamos el antepuerto nos encontramos saltando descompasadamente entre un hervidero de olas provenientes del sudeste que encapillabamos con la proa.
De esta manera, a los golpes, alcanzamos Punta Negra donde nuevamente arriamos la mayor, la derrota nos fue alejando de la costa para dejar por babor la enorme laja de las rocas Las Pipas claramente visible por la gran bajante.
Afortunadamente el viento fue disminuyendo conforme alcanzábamos Punta Artilleros donde logramos pasar bordejeando con todo el trapo mientras esquivábamos algunos espineles. Caía la tarde y sobre Buenos Aires la densa capa nubosa se iluminaba con relámpagos anunciándonos la proximidad de un frente frío.
Estábamos  muy cerca cuando llego la calma, a motor navegamos las ultimas millas y tomamos amarra en Sauce minutos después de las seis de la tarde para hacer los trámites de rigor.

REMONTANDO EL RIO ROSARIO

Luego del fuerte chubasco que azoto el puerto en horas de la noche,  la mañana amaneció en calma y el Río de la Plata parecía un espejo. El motorcito nos llevaba mansamente mientras los mates hacían mas amena la charla a medida que se acortaban las escasas 6 millas que nos separaban de la boca del Rosario.
Con la ayuda de los prismáticos localizamos la boya de recalada y a los pocos minutos gambeteábamos los boyarines rojos que marcan el canal natural un tanto serpenteante. Los restos de la caldera de un buque siguen allí intactos como desde hace años siendo una buena referencia desde la distancia.
marca

La farola roja quedó a estribor y la amplia embocadura del río se mostró a proa llenándome de un gran felicidad. Pasaron muchos años desde mi última recalada en este puerto y los recuerdos llegaban como imágenes fugaces. De igual manera dejamos pasar el edificio del viejo molino, los galpones abandonados, la chata que todavía permanece amarrada y la triste imagen del pintoresco remolcador a vapor que yace hundido recostado sobre su banda de estribor.
rio rosario
Fieles a nuestro objetivo continuamos navegando aguas arriba teniendo todo el día por delante para alcanzar las entrañas del Río Rosario, de regreso tendríamos tiempo suficiente para recorrer estos paramos. Alcanzamos el temido Paso de Piedra donde encontramos las boyas fuera de lugar y las pantallas de enfilacion prácticamente invisibles tapadas por la frondosa arboleda, de manera que atravesamos el angosto pasaje por instinto; el siguiente recodo mostraba las boyas verdes muy recostadas sobre la margen derecha y afortunadamente decidimos respetarlas ya que afloraban importantes escollos en medio del río.
Avanzábamos con precaución atentos a la ecosonda corroborando que las profundidades de nuestro croquis no coinciden ni por casualidad, seguimos nuestra intuición basada en la observación de las costas, la profundidad variaba abruptamente y en dos ocasiones golpeamos bajofondos debiendo izar la orza unos centímetros.
Un cableado aéreo de alta tensión nos posiciona en el Km. 7 de los casi 20 del recorrido hasta el CN Concordia. Las aguas continuaron su curso zigzagueante abrigadas por la abundante vegetación en tanto la costa alterna pequeñas playas de arena y altas barrancas, sorteamos un árbol caído y alcanzamos las flamantes instalaciones de la fabrica de Whisky de ANCAP que actualmente no esta produciendo.
draga
En el siguiente recodo debimos esquivar una pequeña draga que extrae arena del lecho del río formando medanos dorados sobre la costa, un par de curvas más y casi lo conseguíamos, sobre el afluente arroyo Concordia se encuentran las instalaciones del club homónimo al que reconocimos fácilmente por la guardería repleta de canoas.
Dejamos caer el ancla por popa y al estilo Mediterráneo embicamos el barco donde mejor nos pareció ya que no hay muelle de embarque, solo encontramos una escalera de hierro para trepar la barranca y la rampa para bajar lanchas.
club náutico concordia

LA PAZ

Almorzamos a bordo y luego de un descanso decidimos salir a explorar la zona, a menos de un kilómetro se encuentra un pequeño poblado que se llama La Paz, con más de 150 años de antigüedad es un pueblito de casas antiguas de estilo colonial y esta construido respetando el diagrama típico de los pueblitos de campo donde la Municipalidad la Comisaría y la Escuela están frente a la plaza que en este caso lleva el nombre de su fundador, Doroteo García; en el centro un monumento recuerda a los primeros colonos Piamonteses partidarios de la Sociedad Religiosa Valdense y sobre la otra vereda se levanta  la Iglesia, el primer Templo Evangélico Valdense erigido en Sudamérica con dos torres y campanarios, fue construido en 1898 y esta declarado Monumento Histórico.
pueblo
Sin embargo en este pequeño pueblo no es la única ya que hay cuatro templos mas para otros cultos. En la calurosa tarde de verano la quietud y el silencio se debía a la hora de la “siesta” solo vimos actividad en un humilde aserradero, y en las instalaciones de la fabrica de dulces Los Nietitos donde unos operarios testeaban la fruta junto a una parva de membrillos.
Emprendemos el regreso llevándonos un lindo recuerdo del pueblo y al llegar al club encontramos el bar abierto asi que aprovechamos la oportunidad para degustar una cerveza y dialogar con el camarero sobre las actividades del Club Náutico Concordia.
embicados

BOCA DEL ROSARIO

Mientras el mate pasaba de mano en mano la niebla rastrera apenas cubría el agua tan quieta como la mañana misma. Dijimos adiós a ese encantador lugar y con la marea alta emprendimos el regreso ayudados por la corriente.
Esta vez rebobinábamos la película mientras los acontecimientos se invertían desde otra perspectiva, pasamos la draga, la fabrica de whisky, la costa de pinos, el árbol caído y el cable aéreo. Al llegar al paso Grasería la marea cubría las piedras que velaban el día anterior y a el Paso de Piedras lo sorteamos otra vez como nos pareció.
galpones
Nos dirigimos hacia la zona de los galpones donde estaban los principales talleres de INDARE (Industria Arenera), el área es un páramo detenido en el tiempo, un lugar que parece haber sufrido una invasión extraterrestre y de un día para el otro quedo sin un alma, solo el enorme predio que  otrora llego a requerir mas de 1500 obreros que con sus familias habitaban el caserío de Boca del Rosario, hoy en ruinas como un pueblo fantasma.
La piedra y la arena fueron el principal recurso explotado por sus propietarios la familia Ferro y la causa del abandono no fueron los extraterrestres sino el cierre de las exportaciones a nuestro país, su principal consumidor.
Hace unos años la prole ha intentado devolverle la vida al lugar mediante un emprendimiento turístico ofreciendo el hospedaje en casas de campo, entre sus atractivos se encuentra la posibilidad de recorrer el entorno en un pequeño tren a vapor impulsado por la locomotora más pequeña de mundo en funcionamiento. Además se pueden visitar la zona industrial, los talleres navales con sus antiguas maquinarias y la vieja usina que también funcionaba a vapor.
gracias a la orza......
Nos trasladamos a la desembocadura del río y embicamos el barco en la playa para hacer una excursión pedestre hacia el herrumbrado molino de piedras y las enormes canteras de donde se extraía la materia y que hoy, llenas de agua, son hermosas lagunas.
Nos quedaba un sitio por conocer del que nos habían hablado, un parador náutico con algunas amarras al borneo llamado El Muelle donde funciona un restaurante atendido por sus dueños, Ángel y Primavera, quienes nos atendieron muy amablemente mientras saboreábamos unos exquisitos platos sentados a la mesa.
Pasamos la noche a bordo amarrados a un rudimentario muelle y como el pronóstico presagiaba mal tiempo para la siguiente jornada soltamos amarra temprano en la mañana. Dejamos atrás el Río Rosario con un sudeste de unos 12 nudos, hicimos una corta escala en Sauce para retirar el rol y con el globo izado regresamos a San Isidro de un solo borde en solo 9 horas de navegación, un cierre verdaderamente magnifico para este periplo que desde hace mucho tiempo planeábamos hacer realidad.
Martín Pachiani – abril 2010

Cabo de hornos y ventisqueros

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