Relatos de navegantes

«Atlantic Rally Cruising» Bermudas – Azores

Por Desirée Estevez Axelsen – Asociada 172 –

Escribo ahora porque ya pasaron las tormentas, los pestos, las olas de más de cuatro metros y seguimos en carrera..mejor dicho en regata, la del ARC, Atlantic Rally to Europe. Estamos más o menos cerca de toda la flota, claro, que algunos son barcos mucho mas grandes que nosotros y con velas tan grandes que esos son los que mas rápido se alejan. Tuvimos días de tormentas. Mis guardias eran de 1 a 4 am, con vientos de aprox. 28 nudos o más. Muy movidito para el Louanjo, nuestro velero, un F& C 44 y sus 3 tripulantes, Martin Ferreyra, Aberto Morelli (Moro) y yo.

Hice tantas cosas, trabajamos tanto, tanto que ni teníamos tiempo casi de descansar. Ayer me tocaban dos guardias de noche. Una de 9 a 1 am y la otra de 6 a 9 am. Pero mi amigo Moro, decidió cambiarme la guardia de 6 a 9 porque él ya estaba arriba y mágicamente pasé a dormir hasta las 9 de la mañana de corrida. No lo podía creer. Claro, la noche anterior me tocaba a mi hasta las doce am y lo deje dormir una hora más porque sabía que él estaba super cansado. Todo esto es puro compañerismo, camaradería y asistencia al otro. El trabajo en equipo es lo que más nos alienta a seguir.

A veces en las cenas nos miramos y nos decimos, que locos, los 3 solitos quedamos al mando del barco y de nuestro sueño, en este océano de emociones. Y, si, menos de un día antes de salir éramos 5 personas en el equipo y no sabemos que paso pero dos se bajaron a último momento, uno perdió un vuelo, el otro nunca nos encontró en el puerto de Bermudas, pero era muy fácil ubicarnos, éramos más de 23 barcos todos juntos, todos de la regata del ARC, Atlantic Rally to Europe.

Al final lo esperamos al 4to hasta el último día antes de la largada del Rally y teníamos la comida para los 5,lo cual el peso a bordo aumentaba considerablemente. Eso fue lo que más nos agotó psicológicamente, lo de esperar al 4to. que era amigo o sentir que nos dejaba en banda o lo dejábamos a él. Pensar si esperábamos a un 4to un día entero más o salir los 3 solos en el Rally con todo el resto de la flota y al final después de muchas charlas decidimos encarar todo el viaje los tres solos. Por lo que ahora las guardias se hacían mucho más pesadas.

Hay que dividir todas las tareas entre 3 y además de eso, las guardias y el dormir. Te da la cuenta súper justa de descanso. O sea por día a veces dormís 3 horas y te levantas, o 2 horas. Y luego 3 horas despierta arriba ajustando velas, etc y luego te volvés a dormir 3 o 2 horas más, lo que hace que hoy al 6to día estemos todos cansados. Agotados pero
emocionalmente estamos bárbaro. Al equipo se lo ve entero, nos entendemos, nos hablamos, compartimos todo, los pensamientos, las decisiones, lo que piensa o siente uno, si extraña a su flia. o no. O algún mail lindo de algún querido amigo.

A mi me encanta preparar la comida, por más de que el barco esté súper escorado, o movido, con olas y todo me concentro en hacer dos platos, uno de sopa de entrada para mantener el cuerpo caliente y el otro plato caliente, elaborado.
Los chicos están felices con la comida. Y es lo que me insita más a cocinarles. Cada comida, cada compartida se disfruta totalmente, nos quedamos charlando de …que..de barcos, si , del que dio la vuelta al mundo, del de la regata de la BMW, que se yo y de cosas de la vida. Ese único momento que nos dedicamos a la compartida de una hora diaria es lo que nos mantiene tan unidos.

Pasamos momentos muy movidos, con olas que nos pegaban, empapados, pero ese plato caliente, y una charla es lo suficiente como para seguir nuestro tan ansiado rumbo.

Ayer nos pudimos dar una ducha caliente, lo que valoramos esa ducha no tiene nombre, el barco tiene un water maker, un aparatito que convierte el agua de sal en agua dulce, pero para hacerlo gastamos mucha batería.

Desde el jueves que Martín y yo no nos podíamos bañar, total 4 o 5 días, y Moro desde el martes pasado (8 días). Lo que festejamos una ducha es increíble.

Ahí es cuando me doy cuenta de lo que es valorar las pequeñas cosas de la vida. Un plato de comida caliente, un baño caliente, una cama seca. En una de las tormentas mi cama se mojo, entraba un poco de agua por uno de los ojos de buey y yo vi que no era tanto y seguí durmiendo con el agua que entraba. No era tanto tampoco. Habíamos sellado todos los ojos de buey ya que en la primera pierna del Rally entraban baldazos directamente.

Pienso y pienso en lo inmenso del océano y en lo inmenso que es mi océano, cuantas cosas por descubrir , cuantas cosas descubro de mi misma. De pronto en el amanecer agradecerle al sol que sale y que no siga lloviendo y de pronto amanece y es un sol que te calienta la cara y el corazón, es algo inexplicable. te agarra una emoción tan grande.
Claro que también he agradecido y me contesto con un baldazo de ola en la cara, como siento a veces… la vida me sonríe pero a veces se me mata de risa en la cara.

Pero todo es tomado como es, la madre naturaleza es sabia y tenemos que vivir los suficientes días de sol para tener caliente el alma y el corazoncito y los suficientes días de tormentas, lluvias, vientos fuertísimos para aprender lo que es un buen marinero, arriar las velas rápido a las 3 de la mañana por más de que te estés empapando para cuidar al barco y estar estables.

Agradezco infinitamente cada apoyo que recibo con esta travesía, cada mail para acompañarme, me endulza el alma y me llega al corazón.

Tengo la fortuna de tener dos grandes maestros al lado y dos grandes compañeros, que me tienen cortita, los 3 nos tenemos, es una cuestión de orden, actitud y compromiso mutuo minuto a minuto, en donde un error de uno le significa caro al otro, pero que a la vez, nos apoyamos en los momentos difíciles . En donde cuando uno se va a dormir luego de una dura guardia, sabe que su compañero arriba en el cockpickt lo va a estar cuidando.

Cuanto de inmenso es el océano y mi océano, a veces me quedo pensando en mi persona en lo curtida que me veo, en las experiencias segundo a segundo que me hacen madurar.

Le doy de comer a las gaviotas puesto que en guardias muchas veces ellas son mi única compañía, los delfines pareciera como que sintieran que los amo, que me encantaría tirarme al agua para danzar y nadar y jugar con ellos. Ahora varias veces al día me siguen y me siguen y estiro la mano para poder ver si los llego a tocar. Hoy Martín en su guardia vio una ballena. Divina, no era tan grande dice, pero que lo miró y se volvió a meter en el mar.

Esta es la vida que soñé, y la estoy haciendo posible y pienso que, cuando uno se propone algo realmente no puede dejar de parar hasta cumplirlo. La vida que yo soñé, como ser instructora de buceo, o como la de navegar por las inmensidades de los océanos, de los mares, acompañados de delfines, de tortugas q sacan su carita para saludarnos, de ballenas existe. La vida que soñé y que me enseñaron mis padres existe. Y la emocionalidad que se tiene al cumplir un sueño es impresionante. La libertad y el poder de elegir lo que uno quiere de su vida existe. La emocionalidad con que cada compañero se mira y se pone hacer algo técnico del barco para no quebrarse y derramar una lágrima al ver los delfines bailando para nosotros es impagable. Este es el contexto que hemos generado cada uno de nosotros, como compañeros de este viaje.

Con todo esto a veces tocamos el cielo con las manos, otras sentimos que tocamos fondo con las tormentas, pero cuando tocamos el cielo con las manos sentimos que todo valió la pena.

Dedicado a mis grandes compañeros de ruta. Y los que tanto me enseñan Moro y Martín. Moro que desde un principio apostó a mí y que siempre me convoca a todas las regatas y que me enseña muchísimo y a Martín un maestro al que admiro muchísimo.

Dedicado también a todos los que hicieron posible que mi sueño se haga realidad. A Martín Hassel, mi marido, que es el equipo nuestro en tierra informándonos las posiciones de los demás veleros día a día. A Hernán Gastaldi que hace lo mismo desde tierra, ellos son nuestro equipo de tierra. A Luis Giménez, Moncho, Leo, Pablo y todos los que nos siguen y nos ayudan. A mi mamá y mis hermanas por el apoyo. A mis amigos que leen con gran interés mis mails y piden de los clubes náuticos que les escriba.

30.05.2010 – Hace ya doce días emprendimos este lindísimo y loco viaje del Cruce del Océano Atlántico con el Louanjo. Atrás habían quedado algunos resabios de la tormenta de antes de ayer, hoy
pareciera que fuese otro océano, otro lugar, otro escenario, otro mundo. Ayer hasta el mediodía seguimos teniendo ese resabio de olas grandes que nos venían como alcanzando, resabios de la tormenta que soporto el Louanjo, un F&C 44 de Germán Frers, con vientos de más de 50 nudos por popa y velocidades de mas de 9 nudos sólo con tormentín.

Hoy domingo las aguas están tan calmadas que pareciera una pileta, salvo por la danza de 50 delfines alrededor que nos acompañan. Es increíble, han vuelto a aparecer los pájaros, los delfines, los peces, y con eso la charla a bordo. Aunque algunas risas porque si…o por que no? Ahora la velocidad del viento es de tan solo 4, si solo 4 nudos, no se
rían, yo miro y pienso, o la vida nos sonríe o el viento se nos mata de risa en la cara, pero hoy me inclino a pensar , ahora que los tres estamos en perfectas condiciones, que la vida SI nos sonríe.

Hace un día y medio pasó la tormenta y recién hicimos cambio de guardia con Martín y nos reíamos porque ayer con el poco viento que había dejamos el tormentín puesto, si, dijimos: Dejemos de vela el tormentín, el tormentín está perfecto! Claro, ya no dábamos más….no teníamos ni fuerzas para cambiar y poner un genoa 2 o la trinquetilla. Estamos los tres fusilados, nos reímos de como nos duele el cuerpo. Y si, el tormentín estaba perfecto, incluso hasta gualdrapeaba un poco y yo en mi guardia lo miraba y no tenia ni fuerzas para cazarlo. Uds. desde allá sé que se están riendo y pensando…esta chica que poco marinera…pero…no importa.

Ayer Captain Alberto (Moro), decidió regalarnos algo, y , que era? Un baño caliente para toda la tripulación. O sea para el captain (Moro), el Co Captain (Martín) y la Co Co Captain Según ellos (Desirée). Agarré el shampoo y le dije: «En serio capitancito que me deja bañarme? Gracias, gracias se lo agradezco», y me metí en el baño un rato. Las olas estaban calmadas, la brisa era tenue, y el baño reconfortante después. de aquella noche de la tormenta inolvidable.

Yo ya no sabía que hacer la noche de la tormenta. Me pasaron a las cuchetas de popa para que lo despertara o le hablara a Moro toda la noche para que no se quedara dormido o para los cambios de guardia. Cada vez que salía a cubierta y veía la ola, el Aconcagua atrás nuestro ponía cara de póquer como para que Alberto no se diera cuenta de la inmensidad de la ola. Eran unos paquetones terribles.
Ahora sigo pensando, las olas son exactamente la medida de mi capacidad, de nuestra capacidad. Por suerte las pudimos manejar.

Esa noche dormí hasta con el arnés , salvavidas puesto por cualquier contingencia. Moro me carga porque me volví a poner los anillos, las alhajas. Parecía una especie de drup paq. Me había sacado todo porque no quería que en alguna maniobra se me engancharan los anillos. Yo creo que esa noche hasta quería tener a mano el pasaporte, las tarjetas de crédito Cuando vi que los chicos me enseñaban rápido la balsa salvavidas etc.. dije, esto es serio.

Nos bancamos ya más de 7 días de tormentas sin parar.
Y más después de la desesperación que nos agarró cuando nos mandaron un may day es madrugada nuestros amigos Ingleses del Setantti (John y demás) ellos que estaban corriendo este rally con nosotros y nos mandaron un mail para decirnos , que durante la noche a eso de las 2 de la mañana, habían chocado contra una ballena durmiendo o un contenedor, el timón se le incrustó en dentro del casco, estaban pidiendo ayuda, pero nosotros estábamos a un día y medio de distancia de ellos.

Yo me fui arriba a la cubierta a llorar para que no me vieran mis compañeros y a rezar por ellos y sus vidas, con mis amigos no sabíamos como llegar a socorrerlos, nos fijamos nuestra posición y cuanto tardaríamos. Habíamos estado intercambiando mails con ellos todo el tiempo. Incluso nos habían prestado un arnés con salvavidas ya que Martín mi compañero no tenia. Finalmente a las horas los rescato un buque mercante. El barco de ellos se quedó a la deriva sin timón y sin rumbo.

Después de eso todo nuestro panorama cambio. Nadie decía nada a bordo, pero todos sabíamos lo que pensaba el otro.

Pero bueno, atrás quedo eso y ahora les escribo para contarles que hemos amanecido lo más bien, con una brisa y unas olitas como cuando nos mecían en la cuna de pequeños nuestros padres.

Ayer después del lindo baño de agua caliente, que fue como una semana de spa esos 10 minutos de ducha sacándonos la sal del pelo, de la cara, de los ojos. Decidí hacerles una linda cena a los capitanes, sopa de entrada y algún otro plato de arroz con verduras hervidas como mini choclitos deliciosos, y sardinas en salsa de tomate. Ahora cuando los 3 nos sentamos a la mesa se me ocurrió decirle a Moro. Moro, estamos los 3 sanos, esto amerita un brindis, y nos abrimos por primera vez en todo el viaje , algo con alcohol, que estaba prohibido, nos abrimos una botella de Dante Robino, un vino Argentino.

Puse las copas de vidrio, lo que fue ese primer sorbo para catar el vino, no tiene nombre, no tiene explicación. No lo puedo describir. Hace mas de 14 días que no tomábamos alcohol. Y menos un vinito tinto, no es que sea alcohólica, pero ese primer sorbo en la boca, después de todo lo de la noche anterior era como comer lo más rico que te puedas imaginar de chico. Y que no lo puedas conseguir porque no lo hacen más, o porque no te dejan comerlo.

Estás todo el tiempo haciendo cosas por el otro, por el prójimo y por lo que necesitan tus compañeros. Para que todos funcionemos como equipo. Por eso habíamos decidido no tomar alcohol durante la travesía, para estar atentos a cualquier contingencia.

Bueno, pero siguiendo con el tema de volver a tomar ese primer sorbo de vino tinto, se lo imaginan? Yo se los escribo porque para mi fue volver a decir, estamos vivos, brindemos , fue un antes y un después. de la peor tormenta. La cena fue una compartida de todo, en donde recién ahí empezamos a relajarnos y a contar lo que le pasaba al otro, las caras del otro del día anterior, de la terrible noche.

Bueno, la cosa es que la cena fue un momento inolvidable, charlamos de las cosas mas lindas que nos habían pasado, de lo bueno del vino, de lo rica cena, fue una noche en la que tocábamos el cielo con las manos.

Después nos fuimos los 3 a la cubierta a ver las velas, arriamos la mayor y mesana ya que no pagaban para nada. Daban golpes y golpes y no nos dejarían dormir. Mi guardia acababa de empezar. Eran las 10 de la noche hasta la una de la mañana, estábamos los 3 atados con arnés como es la regla n11. Nos quedamos charlando de la vida, mirando las estrellas. Y compartiendo algo mágico, «la calma».

Alguna vez pensaron en que lindo es compartir una Calma de navegación, es como después. de la tormenta, todo es calma, y te quedas sentado, solo mirando el cielo donde no te importa cuanto vamos a hacer de velocidad, cuanto nada. Solo mirar las estrellas, la luna brillante sobre el mar que parecía casi llena. Y estar de vuelta en danza. En danza con nuestro mar, nuestros compañeros, nuestras velas, nuestro barco. Navegar con nuestro rumbo fijo, puesto en Azores, Portugal.

Bueno, me piden cuentos historias, yo no se escribir, describo lo que pasa a bordo.
Sé que hay algunos que esperan mis cuentos para leerlos todos los días, pero no se escribir, esto es más o menos una recopilación de lo vivido a bordo de este velerito que más que velero en el medio del océano es una cascarita de nuez.

04.06.2010 – Luego de una última guardia agotadora, con mesana, mayor y genoa a orejas de burro, veníamos embalados hacia la meta. En un match junto con el Peejay…mano a mano.

Dura la ultima guardia, en cuanto creo que estábamos tan agotados, que ya es como que sentíamos que estábamos por llegar y no lo podíamos creer. Se nos mezclaban todas las emociones juntas, el estar llegando, el cansancio, el agotamiento físico, el trimar las velas hasta ultimo momento. La mezcla de emociones de querer llegar si o si, pero saber que nuestras vidas ya no eran las mismas. Ya que habíamos cumplido nuestro sueño, nuestro gran sueño.

Hasta último momento estábamos comprometidos con el barco, con llegar y con nosotros mismos y con el quipo. Brindándonos apoyo mutuo, contención y respeto por el otro. Hasta ultimo momento pensábamos las distintas estrategias a utilizar, las conversábamos y las llevábamos entre los 3. O sino cada uno solo en su guardia.

Decidimos entonces y pegamos la anteúltima trabuchada. Habíamos estado creo que por segunda vez en todo el tiempo de la travesía, mirando el atardecer y charlando en el cockpickt.

Decidimos que, como estaba tranquilo, podíamos darnos hasta el lujo de comer una mínima picada con un sorbo, apenas un sorbo de lemonchelo entre los 3. Nos reíamos porque yo me serví, según Martín más de la cuenta, y volvió a poner el lemonchelo de vuelta en la botella, trasvasándolo y me dijo, «Desiree, esto es mucho para dos, no podemos tomar tanto, no nos hemos mandado ninguna macana hasta ahora así que menos la última noche».
Por lo que realmente compartimos un sorbo entre los 3.

Ese sorbito fue como una compartida de lo que estaba por venir el día siguiente. Un relax a medias, pero fue un relax al fin, a comparación de la noche anterior en donde nos había atacado la ultima tormenta, con mas de 40 nudos de vientos y olas gigantescas nuevamente.

Bueno, pero no quiero irme con explicaciones de la situación, náuticamente hablando, les quiero contar que decidimos entonces hacer la anteúltima trabuchada y decidimos hacerlo antes de que oscureciera. Los 3 juntos, pensando cada movimiento, luego nos iríamos a cenar, por eso queríamos dejar todo listo, para que, el de la primer o segunda guardia no lo tuviese que hacer.

La última noche de guardia, fue dura, hacia frío, mucho frío, ya estábamos totalmente destemplados, pero sabiendo que pocas horas después llegaríamos a cumplir nuestro sueño.

Me cambiaron la guardia ya que Martín quería hacer la entrada y avistaje de la isla de Horta, por lo que me tomo de sorpresa totalmente yo estaba agotadísima y mi guardia seria la mas complicada de 1 a 4 de la mañana nuevamente. Dos noches seguidas de la misma guardia estaba «en el horno», pero como era decisión del capitán, mi suerte ya estaba echada. Luego reconoció y me pidió disculpas, pero Martín ya estaba durmiendo, así que, dije, Mirá no te hagas problemas realmente, yo me sentía sin fuerzas, pero sabia la gran capacidad de sacar fuerzas de adentro y seguir adelante con lo que se me presentara. Después de todo, lo único que quería era llegar a tierra firme.

Bueno, hice mi última guardia después de Moro. Luego lo desperté a Martín a las 4.45 am. La cosa es que Moro no había derivado lo suficiente y dejamos la isla por estribor y cuando se despertó Martín me dijo, «viste tierra?» «..No «, le contestè, «Como que no?». «Entonces equivocamos el rumbo y no llegamos» me dijo.

Viramos y pusimos rumbo a Azores. Ahí comenzamos a ir rumbo a Horta directo, el viento nos venia de proa, pero grandes olas, grandes vientos todo de proa. No lo podíamos creer, cambiamos las velas, sacamos la oreja de burro y enfilamos directo a Horta.

Peleábamos por llegar a la meta ya que a las 12 en punto levantaban la línea de llegada. Esas dos o tres horas, hasta llegar fueron terribles, la desesperación por llegar a la meta antes de tiempo nos hizo comprometernos mucho más con el barco, con la concentración, con las velas, con todo.

Ahí ya divisábamos tierra firme. El instante que divisamos las islas fue mágico, no lo podíamos creer, tierra firme, eran las islas mas lindas que vi en mi vida, veía tierra y tenia ganas de zambullirme del barco para tocarla. Era como una alucinación a la vista. Tierra firme, tierra, Uds. se imaginan estar 17 días sin ver tierra, nada más que agua, y luego divisar tierra…. es algo que no les puedo contar con palabras.

Ahí lloré, se me caían las lágrimas, de alguna manera llegaríamos.
Las islas eran hermosas, se veían como montañas con relieves y cortes como acantilados, arriba pequeñas casitas portuguesas, blancas con techos rojos, enseguida busque la iglesia. Cuando vi la iglesia con su techito típico de las iglesias, supe que era un lugar divino. Las casitas en el medio de todo ese verde tan verde y los acantilados que caían al mar era algo mágico.

Volvimos a trabuchar, ya estábamos a pasos de la meta. Finalmente llame al ARC por radio para informarles que en breve en solo 5 minutos cruzaríamos la línea de llegada. Me hablaron en un perfecto British, diciéndome: «Louanjo,Louanjo, I do copy you. I see your boat».
Comencè a emocionarme tanto, luego le dije: «We just cross the final line. We did it. The Louanjo JUST Cross the final line» y comencè a llorar.

Esas palabras en inglés me hicieron dar cuenta que mi sueño se había cumplido. The Louanjo JUST CROSS THE FINAL LINE. Me dieron el ok de la llegada. Eran las 11.55 am. 5 minutos mas tarde quedaríamos descalificados o nos ponían. «Louanjo Did not finish».

La GRAN Victoria que sentimos fue doblemente gratificante. «OK he ansewered». Me respondió el ingles, «Ok. I saw you, The Louanjo has just finish the line, Congratulations. You did it. Congratulations again madam».

Enseguida salí a decirles al cockpikt a mis compañeros, «llegamos, llegamos nos dieron por valida toda la regata. Lo LOGRAMOS CHICOS, LO LOGRAMOS». Ese primer abrazo después de 17 días fue mágico entre la tripulación. Nos abrazamos con Moro y Martín y Martín y Moro, el abrazo ese entre compañeros lo llevaré siempre conmigo.
Lloré, me pareció verlo a Martín llorar.

Enseguida divisamos a Bea, la esposa de Martín y Pato, que venían a recibirnos, al ver a Bea, se me cayeron otras lagrimas, alguien de la Argentina amiga que agitaba sus brazos tan efusivamente.

Viramos la entrada de la marina, y lo que les voy a contar ahora es algo que no se pueden imaginar, hay que estar ahí parado en ese momento, en ese lugar. Viramos nos encontramos con todos nuestros compañeros de los demás barcos, todos los barcos del Arc, del cruce empabilados con sus banderitas típicas, todos, todos, hasta el ultimo de los marineros se paro para aplaudirnos, todos, como 80 personas nos iban viendo entrar y se paraban para aplaudirnos, tocaban las sirenas de sus barcos y sus silbatos y sus bocinas de abordo.

Yo veía como esa gente hasta hombres de 70 y pico de años se levantaba para aplaudirnos y rendirnos homenajes como buenos marinos. Lloré tanto de felicidad como nunca en mi vida, uno por uno saludé estirando mi mano en lo alto. Con mis lágrimas saludaba uno por uno reconociéndole el homenaje que nos estaban brindando.

Uno por uno en cada barco dejaba su comida, o lo que estaba haciendo y levantaban sus copas para dedicarnos un brindis, o para saludarnos mientras que otros apretaban y hacían sonar sus bocinas, sus silbatos, fue una emoción tan grande la que sentí tan en mi alma que siempre llevare en mi corazón.

La felicidad era como cuando traje al mundo a cada uno de mis 3 queridos hijos, Oliver de 7, Ian Thomas de 5 y Axel de 3 años. Ese momento fue glorioso.

Acoderamos el barco al Peejay, nuestro contrincante en los últimos 10 días… acoderamos el Louanjo y nos abrazaron fuertemente nuestros amigos «contrincantes» británicos, nos abrazaron tanto, tanto.

Enseguida la vi a Bea, la esposa de Martín, lo que lloré al abrazar a Bea, la única Argentina que estaba. Me aferre tanto a ese calido abrazo, «lo lograste» me dijo calidamente Bea. «Lo lograste…»

Lloré, lloré, enseguida los británicos, que eran organizadores de todo el Cruce del Arc, nos fotografiaban como los 3 únicos Argentinos que habían logrado el cruce del océano con el ARC. Yo seguía abrazando y abrazando a la gente que me quería dar ese cálido abrazo de reconocimiento. Había llegado… Había cumplido mi sueño.

Gracias a cada uno de Uds. por todo su apoyo incondicional.
Gracias a cada uno de mis hijos, a mi marido con sus mails de vientos, de posiciones, de mareas, de todos los días, Martín, nuestro equipo en tierra. A todos los que, con sus mails nos alentaron diariamente, todos los días. A Hernán, a Juan, A Moncho, a Luis Giménez. A mi madre a mi tan querida madre que siempre me enseño desde pequeña el amor por la náutica junto con mi padre, a mis hermanas Ingrid e Ivonne, mis cuñados, mis hijos, gracias a mis hijos queridos. Mamá ya vuelve a casa.

Besos a todos.
Desirée Estévez Axelsen.
Louanjo.

Cabo de hornos y ventisqueros

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