Velero Azul – Oscar Isa Bahía Blanca – Angra dos Reis – 1° Parte
Por Oscar Isa – Socio Fundador – Delegado Bahía Blanca
Nota: Les recomiendo leer también la segunda parte de este relato, donde están todos los datos que recopilé mucha información que puede serles de utilidad: cartas náuticas, WPT, dónde comer, dónde comprar, etc.
Allá por 1980 navegaba en Bahía Blanca con el velero «Olafo», un cabinado de 5,60 m de eslora diseño de Roberto Róvere. Quería ir más lejos. El sueño era navegar durante muchos años y por muchos mares. Es el mismo sueño que tenemos todos desde el primer día en que nos subimos a un velero. Pero para salir de la ría y navegar en mar abierto no me alcanzaba con unos pocos pies más, me hacía falta un barco bastante más grande y muy seguro, como para embarcarme con toda la familia.
Buscaba una casa grande con patio, pero sólo tenía para un terrenito. Así que en 1982 compré los planos al estudio Van de Stadt de Holanda y puse manos a la obra… No fue fácil, era la Argentina de posguerra. Transcurrieron ocho años y muchas horas debajo de un tinglado con frio y calor hasta que el «Azul» tocó el agua de mar. No había internet, cada correspondencia por cualquier duda desde Bahía Blanca a Europa y la contestación eran 30 a 45 días.
Con el «Azul» hice varios cruceros a Mar del Plata, pude conocer el fantástico Río Negro (Uruguay) y también me di el gusto de entrar en el Río Negro argentino, hasta Patagones y Viedma
El Azul en Patagones/Viedma
Además, hace tiempo ya, hice un hermoso viaje de trabajo (sí, de trabajo!) hasta Puerto Madryn. Me pagaron y todo. Ver el video:
FOTO 02
El Azul en la publicidad de Quilmes “El Sabor del Encuentro”
Dejando a los muy buenos momentos vividos en esa navegación/trabajo sigo con la presentación. Como nos ocurre a casi todos nosotros, uno va tirando anclas que después es difícil levantar (la casa, los hijos, el trabajo). El gran viaje se fue postergando hasta que -debo confesarlo- encontré en el foro de náutica: «Navegando por el Mundo», el empujón y el incentivo necesario de los amigos para, luego de casi 18 años, volver a pensar en aguas cálidas color turquesa, arena blanca, palmeras y peces de colores. Así surgió este proyecto menos ambicioso pero adaptado a las circunstancias actuales.
PARTIDA DESDE BAHÍA BLANCA
Zarpamos desde el muelle del Club Náutico Bahía Blanca a las 18.45 del 7 de marzo de 2008. Destino: Mar del Plata.
El canal de acceso para buques mercantes a Bahía Blanca mide unas 50 millas señalizadas con boyas. No ofrece ninguna dificultad. Las costas (salvo algunos bancos de arena) son casi en su totalidad de barro blando por lo que en caso de varadura no se producen mayores daños en las embarcaciones. Las embarcaciones menores (el “Azul” tiene 2 metros de calado) no necesitan navegar por el canal en toda su extensión. En esta oportunidad nosotros recorrimos parcialmente el canal a motor desde la partida en el par de boyas 32 hasta el par de boyas N° 10, ya que teníamos viento del S.E. (de proa).
Luego el viento se fue al N y ahí pudimos dejar el canal e izar velas y hacer un borde que cada vez se fue prestando más y nos permitió mantener un rumbo paralelo a la costa a una distancia de 6 millas. Entre Claromecó y Necochea recibimos la visita de delfines. Nos acompañaron durante un buen trecho.
La tripulación hasta acá estuvo formada por: Ricardo Pardal (Cuqui, un fenómeno); Manuela Isa (mi hija, si la dejaba en tierra me hacía un kilombo!!); Bruno Rodríguez (no saben el matambre que hace la madre); Eduardo Galliano (siempre hace falta un ingeniero, pero no lo dejé sacar la calculadora científica del bolso); Omar Anziano (siempre listo para todo, como boy scout).
En Mar del Plata
Marzo 10, 2008
Estoy en Mar del Plata. Llegamos corriendo un frente que se veía venir en los pronósticos. Anduvimos barrenando a 8 nudos entre Necochea y Mar del Plata con apenas una trinqueta chiquita. El timón de viento funciona bien con viento en popa (tenía mis serias dudas). Menos mal que lo compré. Aunque no corrige con la rapidez (o energía) que sería de esperar. Se lo atribuyo al poco brazo de palanca que luego -por medio de cabos- hace girar la rueda de timón. Lo que pasa es que está fabricado para operar sobre una caña de timón, en donde tirar 20 cm de un cabo significa 20° ó 30° de corrección en la pala del timón. En mi caso actúa sobre la rueda. Como todas las ruedas, ésta tiene reducción. Para corregir 20° ó 30° en la pala haría falta tirar del cabo algo más. Ya tengo una reforma en mente, creo que será bastante simple de implementar. Lástima que al fabricante no se le haya ocurrido, claro que cuando alguien está tan convencido que es perfecto, sus oídos no se le entrenan para escuchar sugerencias.
El cabo que me vendieron en Buenos Aires como “pre-estirado” es malísimo. Verán que el cabito que no trabaja está flojo. A pesar de ello, con mucho juego sigue timoneando. Esta foto incluye el arco de popa que construí antes de partir.
Nota: A mi regreso, una vez dejado el barco en Brasil me fabriqué yo mismo un cabo pre-estirado. Até una punta a un poste, y el otro extremo lo enganché en el paragolpes del auto. Le pegué unas buenas estiradas. Fin del misterio.
Para tener una idea del viento reinante en ese momento hay que ver cómo salpicaba en la proa del barco que venía en sentido contrario (iba desde Mar del Plata hacia Necochea).
Barco en sentido contrario
En popa con trinqueta atangonada
La recalada a Mar del Plata fue de noche con viento en popa de 20 nudos (estimado), entre las 22.00 y las 23.00 horas del domingo. Por suerte al virar y arrimarnos a Cabo Corrientes tuvimos un poco de reparo de la costa.
Esta era la novena vez que entraba a Mar del Plata. Antes ya había entrado con el Azul, pero también en otros veleros amigos, con un remolcador de altura, con una corbeta de la Armada y también con la Fragata Libertad. No es complicado, pero tener unos buenos WPT ayuda, sobre todo de noche. La recalada, tanto si llegamos desde el sur como desde el norte, hay que hacerla a un punto intermedio entre las escolleras del puerto y Cabo Corrientes (RECALADA1). La primera vez que entré – de noche – ni siquiera sabíamos dónde estaba la entrada al Club Náutico. Por eso, para los que arriban por primera vez, van los WPT hasta llegar al puente de ingreso a la dársena que alberga a los clubes náuticos.
Tuve la sorpresa y el honor de llegar al Club Náutico Mar del Plata y que me ayudaran con las amarras nada menos que Clarita y Rodolfo Mena del Velero Bastardo, quienes me venían haciendo el aguante por VHF dándome instrucciones acerca de unos obstáculos existentes por la ampliación de sitios de amarra en la parte exterior de la dársena del Club Náutico Mar del Plata. También al día siguiente Rodolfo nos hizo de chofer y nos llevó a hacer algunas compras en su auto. Es una atención que no creo merecer y les estoy muy agradecido.
FOTO 10
La tripulación recién arribada
Rodolfo Mena y Clarita visitando el Azul
En la amarra del CNMP
Partida de Mar del Plata hacia Piriápolis
En Mar del Plata desembarcan: mi hija Manuela, Bruno y Ricardo (Cuqui). Se quedan a bordo Eduardo Galliano y Omar Anziano. Embarcan dos tripulantes que conocí a través del foro NpeM. Uno de ellos me defraudó como persona. Embarcar gente que no conocía no fue una buena experiencia. Tanto Cuqui como Manuela me dijeron “vas a tener problemas con este muchacho, no lo subas. No les hice caso. Nunca más.
Manuela
Bruno
Cuqui
Marzo 13, 200
LLegada a Piriápolis
Al entrar en aguas uruguayas izamos la bandera de cortesía
Mar planchado
Llegamos a Piriapolis. Acá estamos, después de casi 40 horas a motor. Es increíble que no haya soplado NADAAAAAAAAAA. En la foto se ve el mar, nada de viento, ninguna ola.
Vamos a caminar un poco. Mañana viene el relevo de la tripulación, subirán Luis García Monsonis y Juan La Bianca. Desembarcan: el tripulante que me complicó la vida y Eduardo Galliano quien me venía acompañando desde Bahía Blanca.
Eduardo
Una mención especial para Miguel Urbieta, el Delegado en Punta Alta, el radioaficionado que nos hace el apoyo por radio BLU . Yo le paso la latitud y longitud y él me tira el pronóstico hora por hora, con dirección e intensidad del viento. Lástima que no le hice caso en Mar del Plata. Evalué entre quedarme en puerto a esperar viento, o salir con poco y nada. Opté por esto último. La ansiedad pudo más.
Miguel Urbieta en su QTH de Punta Alta con Luis García Monsonis
Entre Mar del Plata y Piriápolis hablé por BLU con el velero Nina que está en navegación desde Sudáfrica. Realmente emocionante. Todo gracias a Miguel. También me hizo un phone-patch (lenguaje de radioaficionados que significa “enlace telefónico” por radio) con Ernesto Betbeze, que estaba en Buenos Aires, para pedirle unos consejos. Fue muy lindo.
–Por qué entrar en Piriápolis? Porque tiene una muy buena recalada viniendo desde el sur. Porque posee una dársena muy segura. Porque es más barato que ir a Punta del Este.
Tomamos un punto de recalada bien afuera PIRIA4 (34° 52,308’ S 55° 17,444’ W). Luego ya prácticamente estamos adentro en PIRIAPOLIS (34° 52,340’ S 55° 16,918’ W)
FOTO 22
Entrada al Puerto de Piriápolis
Amarrado en Piriápolis
Pablo «Toto» Temesio en el Azul
Vino a visitarnos Pablo Temesio, vecino de amarra (tiene su velero en Piriápolis), amigo de Luis García Monsonis, pero además es el Jefe de la Prefectura Piriápolis
El puerto de Piriápolis es un muestrario de barcos. En tierra hay unos monstruos impresionantes. En cualquiera de ellos podrías dar la vuelta al mundo con total seguridad.
Luis Nin Estevez Delegado en Montevideo, se tomó la molestia de llamar a un amigo que le cuida el barco, el amigo vino hasta el “Azul”, me pasó el teléfono y me puso al habla. En fin, toda una amabilidad de parte de Luis y yo muy agradecido. El no podía venir, y me hizo entregar con su amigo las cosas que estaban en su velero «Atiti», préstamo de Ernesto Betbeze (una garrafa de 10 kilos brasilera, que en caso de tener que recargar gas será de mucha utilidad, ya que las garrafas argentinas no se pueden recargar en Brasil; un bidón de agua potable también para recargar en Brasil y una guía de puertos de Brasil). Estos elementos le fueron de utilidad a Ernesto en su reciente navegación, y de regreso me los dejó al cuidado de Luis en Piriápolis. La guía de puertos es la muy recomendada “Guía Náutico Da Costa Brasileira”, de Marçal Ceccon. No puede faltar en la mesa de navegación de ningún navegante que se largue a recorrer la costa de Brasil.
A partir del lunes 17 de marzo aquí las amarras bajan de precio por fin de temporada. Para mi gusto tendrían que haberlas bajado hace un tiempo, porque acá hace rato que no hay ningún turista. Y no es barato.
Piriápolis, Costanera y muelle al fondo
Llegan Ernesto Betbeze, Luis García Monsonis y Juan La Bianca. Ernesto sólo hizo de chofer ya que tiene que volverse, pero no pudo con el genio y vino a saludar. Se quedará a dormir una noche a bordo. Gracias Ernesto!
Ernesto y Luis a bordo del Azul en Piriápolis
Este es el mensaje que me dejó Ernesto Betbeze, a modo de despedida
«Soné un sueño»- Para Oscar y su “Azul” – Marzo 17, 2008 La claridad del día… me fue sacando del sueño… no desperté de golpe como cuando a uno lo despierta el despertador o un ruido extraño, no. Me fui despertando de a poco, y disfrutando de ese volver a la conciencia… Me negaba a abrir los ojos. En los primeros momentos no sabía dónde estaba ni qué estaba haciendo… A poco de despertar y en el intento de ir descubriendo cosas me di cuenta. Sin dudas que estaba despertando en el Torroba… Leves, levísimos movimientos me anunciaban con seguridad que el barco estaba en un buen puerto, bien amarrado… descansando… meciéndose suavemente. Ya había descubierto lo primero… estaba en el Torroba…
Continuaba con los ojos cerrados, y quise seguir el juego de la misma manera… ¿quién andará por allí?… a mis hijos no los escuchaba, recién clareaba y aunque no había visto el día, la claridad atravesaba mis párpados, había descubierto la luz del día… pero seguro es muy, muy temprano, no se escuchan voces ni ruidos fuera del suave murmullo desconocido.
No hacía mucho esfuerzo por despertar y saber definitivamente de qué se trataba… creo que por momentos volvía al sueño… pensaba en nada y en todo, pero había ideas que se atravesaban entre mis sueños, nuevos puertos, en nuevas motivaciones y por qué no, preocupaciones… el pronóstico y los detalles finales en la aproximación a algún puerto… dormía, soñaba… creo que me despertaba tenuemente y así, la cosa se repetía… una y otra vez…
Intenté pensar en la bocana del puerto de Río Grande do Sul… y no sé si era que me volvía a dormir, pero no podía ni imaginar cómo era… por un lado recordaba que unas cuantas veces había entrado al puerto, pero inmediatamente me sonaba como si me lo hubieran contado… En el sueño me resultaba imposible recordar nada… ni siquiera cómo hacer para «canaletear” a babor, sondando 7 ú 8 metros hasta encontrar el canal que se mostraría, casi perpendicular a babor, por donde debía navegar atravesando el Porto Novo, de allí caer a babor… bordear la ciudad, el puerto viejo y así llegar al Museo… ¿Museo?… ¿cómo carajo era el Museo?… solo me vienen imágenes del Museo de Luján… pese a que -seguro- ese no es …
Y del trayecto solo podía recordar la carta náutica. Y sonidos de voces, opiniones, que aumentaban la confusión. El juego me resultaba interesante… esa insólita amnesia me entretenía el despertar, voluntariamente demorado… además me regalaba con pequeñas dosis de cortos sueños, casi, casi controlados… con espacios de semi-conciencia que me brindaban las visiones… Intenté pensar en otras conocidas imágenes… y obtuve el mismo resultado… ¿Ilha Tacami?… mil veces pensé en esa primera isla que nos sale a recibir… sabía que su imagen era fiera… oscura y amenazante, con olas rompiendo en su granito vertical, desnudo… pero me resultaba imposible visualizarla… De la Ilha Coral y el Canal de los Naufragados… lo mismo… ni la más puta idea de cómo serían… Imaginé olas descomunales rompiendo en las rocas que limitan el canal, entre sueños hasta vi famélicos náufragos pidiendo auxilio tomados con desesperación de las rocas…. todo eso y más imaginé… Luego, de la verdad conocida, ni una imagen… Eso no solo me confundía… me intranquilizaba…
Este juego ya no me estaba gustando… Querer imaginar lo que uno conoce y no poder, me resultaba casi patológico… y de a poco dejó de divertirme. Decidí terminarlo… Extendí mi brazo derecho, aún con los ojos cerrados, en un movimiento cotidiano, automático para tomarme del pasamano e incorporarme… mi sorpresa fue que no había tal pasamano… y allí, casi con temor, abrí los ojos…
El camarote donde había dormido ni locos era del Torroba… me levanté y a mí mismo me llamaba la atención la solvencia con que yo mismo me movía… sin pegar la cabeza en ningún lado, encontré mi ropa y así, cambiado, me fui del camarote, insólitamente por un conocido pasillo, que nunca había visto antes… Por momentos pensé si la noche anterior había chupado demasiado… pero no, recordé claramente mi nuevo estilo abstemio…
Al pasar y automáticamente, sin saber cómo, encendí el gas y coloque la pava para calentar el agua para el mate… en la amplia cocina, me arrimé al sitio desde donde venían los suaves y cuidados murmullos y vi claramente a gente amiga: Omar, Cesar, Juancho, Luis… todos estaban desayunando… solo faltaba Oscar…
El descontrol surgió cuando sentí, por los movimientos, que alguien había subido a bordo… nada raro… pero cuando me vi a mi mismo bajar por la escalera, no entendí nada… y me esforcé para disimular mi confusión… Me vi haciendo bromas… anunciando la partida para ese domingo… y bueno, hablando macanas, como siempre… Mudo y expectante esperaba algo que me hiciera entender qué carajo pasaba en el Azul (ya a esa altura no tenía dudas de qué barco se trataba, además era muy notable lo bien que yo lo conocía…).
Algo alarmado, y como para que no se note, me metí en el baño, les aseguro que estaba muy nervioso… miré el inodoro… le bajé la tapa y me dije… me voy a sentar para serenarme… no tengo cara para enfrentar esto, sabía que algo anormal, me estaba pasando… ¿me estaré enfermando? Me senté cómodamente en el amplio baño… tomé mi cabeza entre mis manos y atiné a pensar… solo como un acto reflejo. Levanté mi vista hacia el espejo y allí comprendí todo, absolutamente todo… En el espejo vi reflejado el rostro de mi amigo Oscar Isa… fue muy claro… aún no había despertado… e involuntariamente me había metido en el sueño de Oscar… Al rato amanecí en el Azul… estaba sereno… feliz por mi amigo… sentí que le había devuelto su sueño… Oscar Isa, amigo mío… soné tu sueño… te deseo que todo, todo, supere lo que soñaste… Tomá este cuento como un regalo de despedida… y un estímulo que ayude durante tu regreso.
¡Hasta pronto!
La familia del Torroba: Ernesto, Graciela, Aimé, Nahuel, Fede… y mi hijo adoptivo, Juancho…
FOTO 27
Despedida de Ernesto en Piriápolis.
Parados: Juancho, Oscar, Ernesto, César y Luis. Agachado: Omar
Piriapolis a La Paloma
Marzo 27, 2008
Salimos de Piriápolis rumbo para el norte, pero no muy convencidos, ya que el pronóstico era de vientos suaves del N y NE. Al salir de Piriápolis preparé los mejillones que había comprado un rato antes César en el puerto, saltados a la cacerola con aceite de oliva, ajo y perejil mientras pasábamos por Punta del Este e iba cayendo el sol.
Mejillones saliendo de Piriápolis
Punta del Este al atardecer
Al amanecer del día siguiente teníamos a la vista La Paloma, que es el último puerto uruguayo sobre el Atlántico. Hicimos solo 40 millas en 22 horas, pero ya estábamos un poquito más cerca, y de paso navegábamos y nadie se aburría.
En La Paloma
Acá fondeamos junto al Shamrock, un Trotter Pandora de Hernán Prado, vino en solitario desde Buenos Aires, ahora dejó el barco por unos meses. Descansamos esperando el viento que nos permitirá seguir para el norte.
Shamrock de Hernán Prado y Azul en La Paloma
Un párrafo (manito con pulgar hacia abajo) para la Prefectura uruguaya. Estábamos en una boya al borneo, unos pescadores nos habían prestado un bote a remos, grande, de madera, para llegar desde la amarra al muelle y no tener que inflar el gomón. Embarcamos todos y allá nos vamos, remando los 50 metros que nos separaban del muelle. Cuando llegamos un oficial me recaga a pedos. ¿Por qué había “zarpado” sin avisar por radio? A partir de ese momento, cada vez que embarcábamos en el bote teníamos que llamar por radio: “Atento Prefectura La Paloma, aquí velero Azul, solicitamos autorización para embarcar en bote a remos y dirigirnos hasta el muelle.” Al rato… (Tenían mucho trabajo): “Velero Azul, aquí Prefectura La Paloma, autorizado”. ……… No es joda.
Desde el borneo –previo avisar por radio- al muelle a cargar agua y preparar todo para partir….
La Paloma a Río Grande
Al final fue: La Paloma a Florianópolis
Cuando Miguel por radio BLU nos pasó un prono más o menos, nos largamos con destino a Río Grande do Sul, unas 230 millas. El pronóstico anunciaba viento sur de 22 nudos para el día siguiente. Salimos un día antes para esperarlo en navegación, y para que los uruguayos no nos cierren el puerto y nos impidan salir, algo que nos habían contado es muy común. Miguel nos contaba que por TV estaba viendo el desastre que hacía la sudestada en Bs. As. Nosotros seguíamos disfrutando de la navegación en aguas transparentes y con excelente tiempo
Baño de mar, agarrados de un cabo y salvavidas en medio del océano
El viento sur se demoró un poco y nos agarró cuando solo faltaban 8 horas para llegar a Río Grande, así que luego de un corto intercambio de opiniones decidimos pasar de largo, aprovechar el viento y seguir hasta Florianópolis. Para otra oportunidad van a quedar los camarones de Río Grande. Este cambio de recorrido le agregaría 350 millas a la etapa (total LaPaloma/Florianópolis: 580 millas.
Las fotos son del atardecer cuando ya habíamos pasado Río Grande, miren las nubecitas y las olas. Era una navegación seca pero muy molesta porque las olas nos agarraban por el través y el barco se balanceaba 90° (primero 45° a babor cuando la ola nos encaraba y después 45° a estribor cuando la ola pasaba por abajo).
Olas de Través
Olas con viento de más de 20 nudos
Navegando con trinqueta y mayor de capa
Acerca de la mayor de capa: El mástil del Azul -además de la relinga para izar la mayor- tiene una relinga adicional para izar la mayor de capa. Es un riel adicional, que llega hasta la primera cruceta y está remachado paralelo al riel principal. De ese modo al arriar la mayor no hay que desenvergarla y directamente la hago firme sobre la botavara. Como esta maniobra siempre se hace cuando hay mucho viento, la mayor se tornaría inmanejable si desengarruchara o sacara de sus amarres para colocar la mayor de capa. La mayor de capa ya sale de su bolsa con su correspondiente escota agarrada en el puño con un as de guía (cosido con hilo encerado para que no se afloje ni se deshaga el nudo) y ya está preparada para izar en la relinga suplementaria sin tener que hacer ninguna verificación. La escota se hace firme directamente en una de las cornamusas de popa. La botavara en este caso no se usa y queda afirmada en crujía. Se evita así cualquier accidente que podría terminar con un traumatismo o un tripulante en el agua.
Pasó todo, cae el sol…
Al otro día y después de pasar el pesto pescamos unos buenos peixes arrastrando una línea con señuelo y navegando entre 20 y 30 m. de profundidad. Al irnos a más profundidad no pescamos nada.
Cerca de los bancos empezamos a pescar
FOTO 39
Al horno con papas!!!!
Enarbolamos bandera de Brasil
Marzo 27, 2008
Las reglamentaciones internacionales establecen que toda embarcación que navegue aguas de otro país debe enarbolar la bandera del mismo (se iza en una driza sujeta a la cruceta, sobre estribor). De esta manera se está sometiendo y reconoce a las leyes de ese país.
El Azul enarbola por primera vez la bandera de Brasil, regalo del entonces (1990) Prefecto Ppal. Roberto Camps
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Cuando llegué a Florianópolis le envié este mail a mi amigo Roberto Camps, quien siendo Jefe de la Prefectura Bahía Blanca en 1990 – hoy hace 18 años- estuvo presente en la ceremonia de botadura del Azul.
Estimado Roberto:
El día 3 de Junio de 1990 (día de la botadura del «Azul») el entonces Jefe de la Prefectura Bahía Blanca me regaló una bandera de Brasil y me dijo: “Oscar esto es para que veas la fe que te tenemos». (Lo tengo filmado, y no me voy a olvidar más).
Hoy esa bandera la enarbolo por primera vez y al acordarme se me hace un nudo en la garganta y se me escapan algunas lágrimas sobre el teclado. Han pasado casi 18 años, pero el sueño se está cumpliendo y me acuerdo de los amigos que me apoyaron, como vos.
Estoy en Florianópolis, donde me voy a quedar unos días y sigo para Angra dos Reis. La idea es dejar el barco en Paratí y en enero volver a buscarlo.
Te mando un fuerte abrazo,
Oscar
El Faro de Pta. dos Naufragados, el cuco de la entrada Sur
Ya casi estamos adentro, solo faltan unas millas que haremos a motor, sin apartarnos de la ruta trazada en el GPS.
Entrando al I.C.S.C.
En Florianópolis
Estamos en el Iate Club Santa Catarina. Es un club extraordinario, con muuuuuuchos empleados que limpian, lavan, enceran, lustran, así todo el día. Además están los marineros contratados por los dueños de los barcos, que todos los días también limpian, lavan, enceran y lustran. Cuando viene el dueño ellos son los que están a cargo del barco. El patrón se sienta en algún sillón en popa con sus acompañantes a disfrutar del paseo. El marinero es el capitán del barco: desatraca, navega, amarra, etc.
Florianópolis desde la amarra
Tenemos 48 horas de cortesía que se pasan volando. Acá nos vamos a quedar con Omar los dos como únicos tripulantes del Azul.
Nos viene a visitar nuestro amigo André Issi. Nos conocimos en Buenos Aires en la casa de Ernesto Betbeze. Bajó navegando en kayak –en solitario- desde el Amazonas hasta Buenos Aires. Cruzó a Colonia. La prefectura uruguaya no lo dejó continuar a menos que fuera con una embarcación de apoyo (¿quién apoyaría a quién?). Después de lo que nos ocurrió en La Paloma, creo cualquier cosa que me digan.
Al no tener la autorización para navegar de parte de las autoridades de la república del Uruguay, decidió hacer 650 kilómetros cruzando el país hermano oriental en bicicleta. Se compró una bici, se fabricó un pequeño tráiler para el kayak y atravesó Uruguay con el kayak a remolque. Cuando llegó a la frontera con su país natal Brasil regaló la bici y el tráiler, bajó el kayak al mar y siguió remando hasta Porto Alegre. Un personaje.
Más acerca de André Issi CLICK AQUI
Otra persona digna de conocer es el rosarino Juan La Bianca que navegó con nosotros desde Piriápolis hasta Florianópolis. También kayakista en sus orígenes náuticos, actualmente propietario de un 34 pies en Rosario. Con un grupo de amigos se navegó desde Rosario a Rio de Janeiro a remo en 142 días.
Más info acerca de la travesía acá: http://www.rosario-rio.com/
André Issi y Juan La Bianca en el Azul.
Despedida en Floria de Juan La Bianca y Luis GM del Azul acompañados por André
Se nos terminaba el período de 48 horas de amarra gratis (luego son 50 reales por día), al mediodía almorzamos en el restaurante del club con Omar. Un lugar de primera, vimos vinos argentinos en una bodeguita a temperatura constante de 16°. Luiggi Bosca a 60 reales y La Linda a 40 reales, así que le dimos a la popular cerveza. Un buen bife (parecía cuadril, bien gruesito, muy bien preparado) con papas fritas, huevo frito, el infaltable arroz y unas verduritas saltadas, suculento plato por cierto, solo por 8 reales, un regalo. Nunca más en ningún otro lugar nos cobraron tan barato.
En esta etapa a bordo somos solo 2 tripulantes. Con Omar nos arreglamos muy bien. Se simplifica el tema comida, limpieza, orden, y cada uno duerme siempre en la misma cucheta que ya es un lujo. Ya me está gustando esto de navegar con poca gente a bordo.
Lavando a bordo
Saliendo de Floria vamos a pasar debajo de los 3 puentes
Panza llena corazón contento, después de almorzar partimos para el Norte, pasando por debajo de los tres puentes sin problemas. Impresiona un poco y parece que vamos raspando con la antena de VHF. Después de los puentes hay unos lugares con solo 2,30 metros de profundidad, pero pasamos bien. La idea era ir a dormir a una subsede que tiene el Iate Club en Jureré, que está al norte de la isla, a solo 14 millas (3 horas de navegación a motor), y al otro día ver qué pasaba con el viento. ¿Nos darán otras 48 horas de cortesía?
Estamos dejando Jureré por estribor. Hay que empezar a guardar toda la ropa que lavamos en Floria e izar velas. Empieza a caer el sol. Luego habrá que decidir por donde pasamos todas las islas que tenemos en la proa.
Se empezó a levantar un vientito muy lindo del SW, así que cambiamos de planes y seguimos de largo para Sao Francisco do Sul, distante 70 millas, o sea que en menos de 24 horas estaríamos allí. El mejor rumbo para salir a mar despejado, pasando entre algunas rocas e islas, era 360° viento de popa, pero las guiñadas lógicas del timón de viento con viento en popa de pronto nos mandaban hacia la isla que teníamos a babor y al rato a la isla de estribor.
Estaba anocheciendo y en un rato no veríamos nada, así que decidimos salir con tranquilidad con rumbo 045°, viento por la aleta, dejando la Isla Arboredo a nuestro estribor, nos desviábamos del rumbo pero no importaba, el rumbo era más estable y no sufríamos con las islas en medio de la oscuridad (ya no se veía nada).
A las 20.00 horas hablamos con Miguel y nos pasa un pronóstico de vientos del Sur para los próximos 2 días como mínimo, así que no lo pensamos más, marcamos un punto en el GPS en proximidades de la Ilha Grande, en Angra dos Reis, y para allá encaramos.
O sea que lo que iba a ser una navegación de 14 millas se transformó primero en una etapa de 70 millas (Floria-Sao Francisco do Sul) y ahora en 370 millas (Floria-Angra). Acá el mar hace una panza y se mete en la costa. Nosotros cortamos camino por el Golfo de Santa Catarina, casi todo el tiempo estábamos a más de 100 kilómetros de la costa y con profundidades de 80 a 90 metros. Tan lejos estábamos de la costa que la posición caía fuera de la carta. Tenemos a bordo todas las cartas en papel de la costa, pero nos hubiera hecho falta la B80 que es más general y abarca desde Río de Janeiro hasta Ihla Santa Catarina. Pero como la tengo digitalizada, me fijé y era todo agua. Así que ningún problema.
De día llevamos permanentemente arrastrando una línea de pesca, que nos había proporcionado buenas piezas antes de Florianópolis, pero en esta etapa no sacamos nada, suponemos que porque acá hay mucha profundidad. Hubo un hermoso pique que hizo ilusionar a Omar (yo estaba cocinando papas y me grita: ¡cambiá el menú!) parecía un pez de 2 kilos por lo que tiraba, pero era solo una bolsa de nylon.
Hacia Ilhabella – Otra vez cambio de planes
Ayer domingo a la madrugada se nos empezó a negar el viento, nos daba para ceñir muy exigidos, así que metimos motor y le dimos hasta las 18.00 en que tomamos amarra en una boya en el Iate Club Ilhabela, sobre el Canal de Sao Sebastián. No nos alcanzó el viento sur para llegar hasta Angra. Solo nos faltaban 80 millas.
La navegación por este canal que separa la Isla de Sao Sebastiao (Ilhabela) del continente la hicimos con un poco de ansiedad porque no sabíamos dónde quedaba el club de yates, y a las 18.30 acá se hace de noche. De más está decir que a medida que avanzábamos iba mirando posibles lugares para fondear y pasar la noche. Bueno, para el próximo que venga le paso el dato, entrando por el sur hay que pasar la línea por donde cruzan los ferrys, y de ahí son 3 millas más (26° 43,4’ S y 045°21,5 W). El Y.C.I. tiene escucha en canal 68 y te vienen a recibir en una lancha. Tienen lancheros las 24 horas, y cada una hora más o menos durante la noche hacen la recorrida en lancha los empleados de la “segurança”, reflectoreando las embarcaciones para ver si hay alguna novedad. Anoche contó Omar 6 ó 7 empleados en la guardia nocturna. Y tienen 5 ó 6 lanchas disponibles para llevarte o traerte al barco, todas igualitas, cascos de madera, sin carroza, pero con motor interno diesel de 60 HP. Aclaremos que al lado nuestro hay amarrados a boyas varios cruceros de medio millón de dólares (ó más).
Más información acerca de Ilhabella en la segunda parte de este relato
Este canal tiene un puerto petrolero muy importante. Atracan superpetroleros. La profundidad mínima es de 25 metros, o sea más de 80 pies. Piensen que el puerto más profundo de nuestro país es Bahía Blanca con 45 pies en pleamar. Está muy bien protegido de oleaje y vientos, y a menos de 5 millas del mar abierto, tanto para el norte como para el sur. Por lo tanto el practicaje es solo por un pequeño trayecto y los prácticos embarcan y desembarcan con lanchas bastante pequeñas en comparación con las que estamos acostumbrados a ver.
Estamos en el Yate Club de Ilhabela, unas instalaciones bárbaras (este club es sede de las regatas por la copa Rolex). Muchos barcos caros. Hoy nos invitaron a conocer un Benetau, velero de 60 pies. En el interior aire acondicionado silencioso, televisores de plasma y reproductores DVD en todos los camarotes, 650.000 euros, una bicoca. Poco movimiento de gente, pero muchos empleados, como ya comenté en el caso de Florianópolis, limpian, lavan, lustran tooodo. La vigilancia es importante. A la noche no cesan de dar vueltas en lancha iluminando las embarcaciones que están en las boyas. El sector de boyas debe abarcar unos 300 ó 400 metros de frente de costa por 100 metros perpendicular a la misma. El problema que tienen es que los barcos están muy cerca de la playa, y deben temer que alguien se largue nadando.
Azul en Ilhabela
Vemos cerca de nosotros un velero argentino y me saludan por mi nombre. ¿Quién será? El capitán viene a bordo y ahí me entero que la antena que tiene instalada a bordo, así como el equipamiento de BLU se lo había vendido yo, por intermedio de mi amigo Rafael Cabello. (Rafa: recorrí la instalación y medí todo con un instrumento, tu trabajo está todo OK quedate tranquilo). ¡Qué chico es el mundo!
El Marará en Ilhabela
Así que tomamos unos mates con Luis del “Marará” y decidimos partir juntos para Angra. Luis conocía un lugar para fondear una vez que llegáramos a esta zona y evitar la navegación de noche entre las islas. Es así que a las 22.00 Hs. ellos nos estaban esperando en la Ensenada Pouso (23°16’ S y 44°32,8’ W), unas 20 millas antes de Paratí.
Era una noche oscurísima, no se veía nada. Fondeamos a puro GPS y ecosonda. Así que recién cuando amaneció pudimos ver un caserío hermoso y muy pintoresco, un puñado de casas y botes de pescadores.
Amanece con lluvia en Ensenada Pouso. El “Marará” va a ir directo a Abrao en la Ilha Grande. Nosotros iremos hacia Paratí. Fue una buena escala. Nos permitió llegar a un lugar reparado y seguir de día hacia Paratí.
Hoy arribamos al Refugio Carabelas, recomendado por Ernesto ya que acá dejó su velero “Torroba” el año pasado. Lamentablemente no tiene lugar para el “Azul”, aunque podemos quedarnos uno o dos días. Mañana pensaremos en otras alternativas. Ahora vamos a ver que hay en tierra firme y a mandar algunos correos. Último momento, llueve que se cae el cielo. ¡Suspendemos bajar a tierra!!
La posición del muelle de atraque a la marina “Refugio das Carabelas” es 23° 13,98’ S y 44° 42,38’ W. Parece una estupidez contarles cuál es la posición de un simple muelle, pero cuando uno llega a un lugar desconocido, idioma desconocido, hay varias guarderías una al lado de otra, etc. etc. La incertidumbre genera alguna tensión. Y no es fácil arrimarse a preguntar. A veces hay que hacer una maniobra completa de atraque (de proa o popa, ya que tal vez no hay lugar para atracar a lo largo) sólo para preguntar.
Si no hay boya entonces hay que fondear y dar marcha atrás hasta arrimar la popa al muelle. Mientras miro la ecosonda tengo que controlar que la hélice no se enganche en algún cabo, trato de no pegarle a algún barco vecino (en ese momento me acuerdo de las defensas. ¡¡Omar!!! ¡poné las defeeeensas!!!), Omar en proa va filando cadena, yo que voy al timón me tengo que hacer cargo de la amarra de popa. Al salir del cockpit (el “Azul” tiene cockpit central y para llegar a la popa tengo que caminar unos pasos) me engancho con los cabitos que sostienen la lona (llueve … no les conté?), mientras con la punta del pié le doy un toquecito al motor hacia delante para no tragarme el muelle. Siempre con el pie pongo la palanca del motor en punto muerto… cuando al final termino de atracar, bajo, pregunto y me dicen que ………ahí no es!!! Y lo peor es que me explican en portugués donde queda el lugar correcto y no entiendo ni la mitad. Entonces…amigos míos, no critiquen, ahí está el WPT del muelle donde hay que atracar. Espero que les sirva para cuando vayan ustedes.
Esa noche llovía. Decidimos quedarnos a cenar en el barco y conectarnos a Internet con el wi-fi de la marina (dado su poco alcance me tuve que sentar en una silla justo abajo del transmisor al lado de la administración porque de lo contrario no andaba, y donde no se me mojara la computadora). ¿Por qué nos quedamos? Por varios motivos: 1) Paratí queda a 5Km. de la marina por tierra (más o menos, no estoy seguro); 2) Llueve un montón; 3) El colectivo pasa cada una hora; 4) El taxi cuesta 25 reales (casi 50 pesos argentinos) y tendríamos que haberlo pedido con tiempo.
Al otro día a media mañana nos tomamos el colectivo para Paratí. Descubrimos una ciudad increíble, callejuelas con piso de piedras, construcciones históricas que adentro albergan todo tipo de locales, lugares para comer, etc. Parati fue el puerto de entrada de los esclavos negros a Brasil. Acá los desembarcaban y remataban. Dicen que se parece a Colonia (Uruguay), pero nada que ver. Son calles muy angostas, sin veredas, y muy extendido. En las calles que están cerca de la costa, sube la marea y hay que caminar con los pies en el agua.
Estuvimos mucho rato recorriendo, almorzamos, cuando nos dimos cuenta que ya habíamos pasado por la misma esquina por tercera vez, eran las 14.00 horas, dijimos basta, vamos para el barco.
Una vez en el barco, pensamos que era una estupidez pagar 30 reales solo para quedarnos a dormir. Eran las 4 de la tarde. Queríamos ir a Frade, pero íbamos a llegar de noche (oscurece a las 18.00), así que Aldo (el propietario de Refugio das Carabelas) nos recomendó una playita a mitad de camino, que se llama Saco de Tarituba (23° 03’ S – 44° 35,8’ W). Llegamos a las 18.00 horas, al caer el sol, y fondeamos en 5 m. de agua. Al rato empezamos a escuchar música a todo volumen. Venía de la playa que estaba a 500 metros. Omar se entró a desesperar. Yo le decía que eran evangelistas, que estaban en misa (jajaja) no había caso. Al rato me dice: “Oscar, escuchá ahí pusieron música lenta……” yo le digo: “no, lo que pasa es que ahora van a recaudar fondos, es el sorteo de la mesa servida….” Después intenté con el argumento de que las monjas de María Auxiliadora con las pupilas hacen retiro espiritual, ¿no viste que había como carpas grandes? Y las monjas siempre ponen música. Peorrrrrrrrrrrrr. No había forma de convencerlo. . . Al rato empieza a verse una luz tipo boliche en la playa que se prende y apaga al compás de la música. ¡Otra vez joda!. La alternativa era armar el bote (¡armar el bote!!!!!) con todo el despelote que significa. Menos mal que a eso de las 21.30 terminó el kilombo que había. Ya se me tiraba al agua el tripulante en plena oscuridad.
Al día siguiente, domingo, levantamos fondeo y nos arrimamos a la costa. Nos tiramos al agua, y cuando llegamos un matrimonio nos da la bienvenida y nos presenta al grupo. Eran todos matrimonios con algunos chicos. Toda gente grande, que estaban en una especie de camping. Pero ese camping tenía muuuchos toldos a 2 aguas, que cubrían cada uno unos 25 m2 (5×5 m), cercados con tejido plástico. Muy piola. Dentro de esos 25 m2 cada uno hacía lo que quería. Muchos tenían una casilla rodante, que no rodaba hacía mucho tiempo. Otros tenían construcciones fijas, de madera. El asunto es que la noche anterior habían festejado el cumpleaños de uno de ellos. Son familias que casi todos los fines de semana se reúnen en ese camping y se han hecho amigos
Cuando llegamos nos convidaron con cerveza heladísima (tanto la cerveza como los vasos los sacaban de unos recipientes de telgopor de 1 x 0,50 x 0,50 m. lleno de agua con hielo, cual gigante balde de plata. Tenían varias de esas heladeras. Había una especie de parrilla, un tacho cuadrado de 50 cm. de fondo, abierto solamente arriba con un tejido donde estaban cocinando pollos, carne de vaca, y después llegó una lancha con un róbalo de 8 kilos, que iban a asarlo también.
Nos habían recibido tan bien, que me tiré al agua de nuevo, fui hasta el barco y volví nadando con un tetrabric de un litro con leche chocolatada para los chicos, 3 botellas de ananá fizz en envase plástico que había comprado un tripulante mío en oferta y nadie las tomaba, pero causaron sensación (abacaxí con champán decían). En un tupper con varias bolsas de nylon metí la cámara de fotos, también 2 kilos de filet de pescado que habíamos comprado en Paratí, que fueron a parar a la parrilla y al rato estábamos convidando pescado grillado a la parrilla con ananá fizz. Por nuestra parte recibíamos cerveza (canilla libre), papas chiquitas, con cáscara, preparadas con no se qué, exquisitas; también cangrejos o algo parecido, con mucho mejunje tipo salmuera, muy rico, carne de vaca, y toda la alegría y buena onda de esta gente que nos recibió como amigos de siempre. Nos despedimos de todos prometiendo volver, embarcamos, y cuando nos íbamos, nos saludaban con los brazos en alto desde la playa. Gracias amigos de Tarituba.
Tarituba
Picada de Cangrejos
Partimos de Tarituba con ganas de quedarnos, pero queríamos llegar a Frade de día. Siempre hay que navegar de día en esta zona. Hay “lajes” (piedras) por todos lados. Siempre antes de partir usamos el Ozi Explorer. Ponemos WPT’s por donde queremos ir. Hacemos la ruta. Luego pasamos en un minuto todo al GPS. De esa manera tenemos bien planificado todo y bien guardado por cualquier cosa.
No hace falta hacer esta navegación así, ya que la identificación de la costa no ofrece dificultades, pero como somos novatos en la zona, siempre conviene tener el respaldo electrónico por las dudas. Después si se le da bolilla o no depende de cada uno, pero la información está. El que la quiere usar la usa. Y si oscurece es una ayuda fantástica.
Antes de llegar a Frade vimos una aberración humana: una planta nuclear. Ya me lo habían contado, pero no figura en las cartas y me tomó de sorpresa. Es de no creer lo que puede la estupidez del hombre, hacer este tipo de construcción en el medio del paraíso. Nos decía Luis del Marará que un día estaba en Ilha Grande y vieron una construcción extraña. Preguntaron qué era… “Estamos midiendo radiación” le contestaron.
Usina nuclear
En Frade
Ahí a la vuelta está Frade. Hay 2 marinas grandes. Entramos en la primera (la que está más al oeste) pertenece al “Iate Clube Santos”, perfectamente boyada la entrada de 500 metros con sistema IALA, Como casi todas las marinas y/o clubes, es un condominio muy grande. Cruceros de 70 pies o más. Nos equivocamos dijimos, y pegamos la vuelta. Nos encontramos con un marinero que andaba en un gomón, le preguntamos por un amigo, encargado de una de las marinas de Frade (dato que traíamos de Bahía Blanca). No lo conocía. Como mostraba buena voluntad le convidamos una cerveza bien helada. Fue simple agradecimiento, no le pedimos nada. Nos dijo que esperáramos. Con su gomón al mango se mandó una recorrida por las marinas, y al rato volvió con la información precisa y nos guió con el gomón. Un fenómeno el tipo.
Entramos a la otra marina es “Marina Porto Frade” opera en canal 68 con señal distintiva E47 (Eco 47). También tiene canal de acceso boyado IALA, y el primer par de boyas está en 22° 58,257’ S – 44° 25,978’ W. Nos facilitaron una boya (poita) gratis, y nos dispusimos a bajar para ir a tierra a conocer Frade que nos habían dicho que era muy pintoresco. Inflamos el bote (ufff), y nos fuimos remando hasta la guardia, ya era de noche. Le preguntamos al seguranca por un “ônibus”, nos explica que pasa cada una hora, etc. ¿y para ir caminando? Son dos kilómetros…… bueno apechuguemos dijimos. De pronto Marcelo el seguranza nos dice que esperemos un pouquinho va hasta la casilla, vuelve, desamarra el gomón de la marina (semirígido con 15 HP), y nos lleva por agua. Por tierra eran 2 km. pero por agua era la mitad, 5 minutos en gomón. Previamente pasamos por el Azul, dejamos el gomón nuestro (¡con el laburo que nos dio para armarlo!) y agarramos el handie marino (indispensable a bordo). Nos desembarcó en un muelle a solo 200 metros del centro.
Era domingo a la noche. El pueblo, como todos los pueblitos costeros que vimos, de lejos parecen chicos, con calles angostas de 8 ó 9 metros, pero llenas de gente por todos lados. Era el día de ir a misa, y empezamos a ver un promedio de 2 templos por cuadra, todos repletos de gente alegre, moviéndose al compás de la música, y escuchando a su pastor ¡aleluya!! Gente en las calles, mucha gente, bolichitos uno al lado de otro, mesitas con parroquianos tomando cerveza por todos lados. Un lugareño, con un auto mediano de los ’80, motor trasero, levanta el capot, asoman dos poderosos bafles que deben estar escupiendo sus buenos 200 watts cada uno. Le mete ritmo a la calle. El tipo me mira, los dos levantamos los pulgares al mismo tiempo y nos cagamos de risa. No era un auto “tuneado” ni mucho menos, lo único que tenía era un poderoso equipo de música. En una avenida (es la ruta que atraviesa el pueblo), en un gran balcón de la planta alta, un grupo de rock (¿sería rock?) pone los potenciómetros al mango y le hace competencia desleal al templo de al lado, que apenas si llega con sus parlantes hasta el centro de la calle. Pero nadie se calienta, nadie enojado.
Caminamos esa noche por algunas callecitas que metían miedo, pero nadie nos molestó, al contrario nos saludábamos con todos los que nos dirigían la vista. Comimos “algo”. En estos lugares ni se te ocurra buscar un restauran, no existen. Únicamente vimos restaurantes (léase mesa con mantel, menú a la carta, mozo que te atiende), en los condominios o en las marinas. Nos dirigimos hasta el muelle, llamamos con el handie a Marcelo que seguía de guardia en la marina y al ratito teníamos el “remise” náutico al pie del muelle. ¡Qué servicio! impecable, nos dejó en el Azul. Como este señor no bebía alcohol, nuestro agradecimiento es una botella de litro y medio de Coca Cola (de las que tiene Omar en la heladera para tomar con Fernet).
Partimos de Frade, como todos los días, nublado, lloviznas, poner el toldo, sacar el toldo. Enfilamos para Bracuí, así figura en la carta, (estamos usando la carta B-1632 Ilha Grande parte Centro Norte). Los carteles en el lugar dicen Bracuhy. Es un condominio. La entrada está en 22° 57,324 S – 44° 27,763’ W. Para llegar a la administración hay que pasar los surtidores que están a la derecha, virar a la derecha, luego a la izquierda, al fondo, todo esto entre filas de barcos. Hay que atracar popa a una boya y proa al muele. No vimos nada que valiera la pena, salvo embarcaciones. Creo que se puede obviar esta visita. Es una marina gigante, clásico condominio. Acá vimos el velero más grande de esta recorrida, con un mástil con 4 pares de crucetas. Lo mirábamos de frente y no sabíamos si era la proa o más bien la banda de un barco chico. Pregunté precio de amarras… 869 reais/mes como precio oferta por liquidación fuera de temporada. Ahhh me ofrecieron 3 días de cortesía, pero como no tenía necesidad de estar adentro de un club, ahorro cortesía por si tengo que volver en otra ocasión.
Nos había dicho Luis del Marará que había una islita muy linda que se llama Paquetá, cerca de Frade y de Bracuí, y hacia allá fuimos. Ilha de Paquetá 22° 59,618 S – 44° 24,452’ W. Al fin la tranquilidad y la paz que buscaba (al menos yo)
Paraíso de Paquetá
Bajé a la playa nadando, casita del lugareño, la clásica pregunta: ¿peixe? Me lleva hasta un galponcito, abre una conservadora de telgopor (la clásica 1 x 0,50 x 0,50 que vi en varios lados), llena de hielo y pescado. Me pidió 50 reales un pescado de menos de 2 kilos sucio. Habíamos pagado en una pescadería en Paratí 5 reales el kilo limpio. El galponcito piso de arena, unas sillas y mesas apiladas, me avivé que en verano eso sería una hermosa confitería a metros de la arena blanca y el agua clara. Le pregunté el precio por 2 Caipirinhas (10 reais cada una). Como me pareció que el negro me quería empaquetar (el nombre de la isla es Paquetá, por algo será), agradecí y me volví al barco nadando.
Aproveché para pasar la mano por el fondo del Azul, tocar la hélice, mirar los ánodos de zinc, era la primera vez que veía mi barco desde abajo, en aguas cálidas y totalmente transparentes. Al pasar la mano por el antifouling, se desprende un poquito del verdín que tiene acumulado. Al instante me veo rodeado de peces (tamaño pejerrey), que vienen a comer el verdín. No lo puedo creer. Después me entretuve tirando migas de pan, formando cardúmenes inmensos y viendo cómo los turros no querían morder los anzuelitos que yo les ofrecía, a pesar que se los llevaba hasta la boca. Al final agarré 6 y ahora están en la heladera. Hace unos días hablábamos de las noctilucas. Acá hay tanta vida en el agua, que cuando a la noche salís a hacer pis, el agua se ilumina con el chorro que cae (¡y juro que no es por la cerveza!).
Al día siguiente salió el sol y aprovechamos para enjuagar y secar la trinqueta y la mayor de capa que pasarán al pañol. Estamos preparando (de a poquito) el barco para dejarlo. No obstante ya le dije a Omar que los últimos 2 ó 3 días quiero quedarme solo y hacer retiro espiritual en una playita de éstas y ahí sí lavar y ordenar todo sin apuro.
Azul en Paquetá. Al otro día el pescador seguía sentado debajo de un árbol (y el pescado sin vender, ¿estará por hacer dulce con todo el pescado que tenía???)
Angra dos Reis
Acá estamos ahora. Como no teníamos contacto con Argentina (salvo con Miguel todos los días) decidimos encarar para Pirata’s Mall (23° 00,323’S – 44° 18,178’ W) con la intención de meternos en algún cyber. Nos vestimos de turistas y bajamos a conocer. No hay Internet en este lugar, servicio wireless menos aún. Así que es inútil venir acá, salvo que extrañen los shoppings. Entramos y salimos como cohete ¡Qué lindo debe haber sido esto en los ’90 cuando estábamos en el 1 a 1 (1 peso = 1 dólar)!
Oscar y Omar – Dos turistas en Pirata’s Mall
Hablé por teléfono con Guillermo Rodríguez, el Delegado en Angra dos Reis de ADAN y me indicó cómo llegar a la marina donde está amarrado el “Charrán”. Apenas a 1000 metros de Pirata’s Mall. Acá estamos, gran abrazo de amigos después de 25 años y una vuelta al mundo (la de él) sin vernos. Ya hemos compartido con Guillermo una pava de mate en el “Azul” y una sobremesa en el “Charrán”, recordando cuando éramos pibes de 30 años y yo le copiaba los herrajes que él iba haciendo para hacerlos yo en mi barco. Ahora cuando él me los vio a bordo decía ¡son iguales, me afanaste todo!!!.
Guillermo Rodríguez mirando fotos a bordo del Azul
El libro » EL Paraíso Quebrado»
Guillermo, un apasionado de la vida y la náutica, construyó su barco de acero, el Charran (un diseño doble proa de Manuel Campos Roberto Alonso) y con él dio la vuelta al mundo junto a su familia. En su libro «El paraíso Quebrado» narra un viaje de aventuras, sus experiencias. La adversidad y los buenos vientos se mezclan para dar vida a la historia de un hombre que hizo realidad el sueño de tantos otros.
FOTO 67
El Charrán
Laura, la mujer de Guillermo nos lleva al centro de Angra en su escarabajo Volkswagen. Vamos a Capitanía dos Portos a hacer papeles de entrada. Al mediodía volvemos al “Charrán” y almorzamos fideos verdes al pesto preparados por Guillermo ya que Laura estuvo toda la mañana paseando con nosotros jaja.
Casi seguro que el “Azul” se queda acá al cuidado de Guillermo. Y esto se va terminando. Pero quiero tener mis 2 ó 3 días a solas conmigo y con mi barco… así que durante unos días voy a desaparecer, salvo mis contactos con Miguel por BLU. Hoy es 9 de abril. Omarcinho ya se preparó el bolso y está haciendo planes para irse en ferry hasta Ilha Grande. Yo eso lo dejo para cuando vuelva en enero. Quedamos en encontrarnos en Río de Janeiro, ya que él también quiere ir a conocer Río y visitar el Río Boat Show que termina en estos días. Me ayudó a guardar la balsa, desarmar el bote y nos despedimos hasta dentro de unos días, si es que logramos encontrarnos. Anteayer se cumplió un mes que estamos a bordo, y la verdad que es un tripulante de lujo.
Parte Omar Anziano, tripulante oficial del “Azul”
Me conecté a Internet en una máquina prestada en la Marina de Angra, mandé unos mails, apenas si pude leer algunos pocos, y me rajé para el Azul. Le pregunté a Guillermo: ¿a dónde puedo ir en una hora a 6 nudos? Gipoia me dijo. Hice con el OZI Explorer una ruta hasta la Ilha Gipoia. La cargué en el GPS. Al salir le tomé un WPT 23° 00,795 S’ – 44° 18,136’ W a la poita (boya) que me da Guillermo para dejar el “Azul” así que si el Google Earth se actualiza podré verlo desde Bahía Blanca durante el año que estaremos separados.
Justo antes de anochecer (a las 18.00) fondeé en esta playita que mañana voy a inspeccionar. La posición es 23° 03,8’ S – 44° 21.5’ W al llegar pude ver una casita flotante con pinta de restaurant. Mirando una guía náutica encuentro que también la llaman la Praia del Dentista.
En verano acá se junta una multitud. Ver relato: “Un Año en Angra – Capítulo 3” pág. 39
Praia del Dentista
Restaurant flotante, en abril todo muy tranquilo
Me preparé los pescaditos de Paquetá, y ya que tenía el aceite caliente le mandé unos huevos fritos. Terminé de cenar y abrí una botella de Tía María casero que preparó Oscar Liberman antes de zarpar. (Oscar L: no pude cumplir con tu deseo de compartirlo con ese amigo que me dijiste, otra vez será, te sale muy bueno, me lo tomo yo).
Documentación
Con el tema de la documentación les estoy debiendo una explicación y aquí va: como ya se sabe, Florianópolis no es puerto habilitado para hacer el trámite de aduana, así que es inútil perder el tiempo (como nosotros) yendo a la Receita Federal. Aprovechamos, eso sí, para hacer el Certificado de Livre Prática, que se gestiona en el Ministerio de Saude, rua Marechal Guilherme N° 35, frente a la plaza Pereira Oliveira, Oficina de Coordinación de Vigilancia Sanitaria de Puertos, Aeroportos y Fronteras, 6° Piso. También fuimos a la Policía Federal, ya que algunos tripulantes desembarcaban y necesitaban el papel de ingreso para poder salir por el aeropuerto.
En Floria, cuando fui a Capitanía Dos Portos para hacer el despacho de entrada y salida para Angra, no me pidieron absolutamente nada, ni siquiera el certificado de salud (Certificado de Livre Prática). Como norma acá en Brasil siempre hay que esperar que te pidan las cosas, nunca adelantarse ni ofrecer, ni preguntar nada. Todo puede resultar más fácil que lo que uno piensa. No lo compliquemos nosotros. El rol que me hicieron en Floria es mínimo elemental. Atrás del papel que extendió la Policía Federal, pusieron una leyenda de 2 renglones diciendo que partía el velero rumbo a Angra Dos Reis. Ni La cantidad de tripulantes, ni los nombres, nada de eso. Yo por precaución y más que nada para tener de recuerdo le hice poner los nombres. En portugués nome es el nombre de la persona, o sea nombre y apellido. Como en las cédulas argentinas el apellido figura aparte, no lo pusieron, o sea que de Florianópolis zarpaba un velero con 2 tripulantes: Oscar y Omar. Le pedí que agregaran los apellidos. Conclusión: sello, firma y a otra cosa, todo listo.
En Angra fui a Capitanía dos Portos y me pidieron el certificado de salud, presenté el que había hecho en Floria. Faltaba un formulario de rol de salida, le mostré el que me habían hecho en Floria, a mano, pero algo no andaba bien. Fueron adentro sin decir nada (en Argentina o Uruguay me hubieran hecho mil problemas) y trajeron el que correspondía, impreso. Lo completé y listo. ¿Aduana? bien gracias. No obstante fui a la Aduana y pregunté por las dudas ya que dejo el barco por unos meses y no quiero tener problemas. Me dijeron que pase antes de irme, para informar, que por ahora no haga nada. Todos estos trámites los hago con el escarabajo de Laura, todo es mucho más fácil. Tengo chofer y además hace de traductora, todo con la mejor onda.
Abril 11, 2008
Me pasé dos días en la Praia del Dentista, muy lindo pero a la noche se mueve un poco. Anoche se caía el cielo. Llovió muchísimo toda la noche, hoy amaneció soleado. Como se me terminó el agua dulce de los tanques, me vine para la Marina de Bracuhí (nunca digas de esta agua no he de beber, ¿se acuerdan que dije que acá ni valía la pena entrar?). Me acordé que me habían ofrecido 3 días de cortesía y bueeeeeno…… Uno no es de fierro. Me estoy tomando el agua de Bracuhí!!
La marina es un gran condominio. A su vez dentro del condominio hay un sector de amarras donde está el Azul. Para ingresar a ese sector tengo una tarjeta magnética. El Azul no puede creer lo importante que es, acostumbrado a amarrar en la dársena de pescadores en Ing. White (alias: Puerto Piojo).
Ingreso a sector de amarras en Marina Bracuhi
Lástima que en Bracuhi no hay nada, solo la marina. A 500 metros hay un hotel de varias estrellas que tiene Internet (el único de la zona). Pedí que me conectaran. El precio ¡¡10 dólares!!!!! la hora. Anda mal, se corta a cada rato, y a los dos minutos y viendo que no iba ni para atrás, corté todo (no me cobraron nada) y me fui. Eso fue ayer. Hoy me tomé un ómnibus hasta Frade (2 reales) y acá estoy, con internet a solo 2 reales la hora.
Hoy cuando asomo la nariz desde el cockpit veo un cartel que me llama la atención. La ABVC (Asociación Brasilera de Veleristas de Crucero) organiza en este lugar un encuentro nacional.
Tengo los datos de sus autoridades, ya que en la Asociación Deportiva Argentina de Navegantes (ADAN) estamos estudiando un convenio de reciprocidad.
Lamentablemente no pude encontrar a nadie, y además este encuentro es para dentro de 10 días, cuando yo ya no voy a estar por acá.
Entre sábado y domingo terminaré de limpiar, pintar las manchitas de óxido, desarmar el timón de viento, acomodar el bote, la balsa, arreglar algunas cositas y el lunes me vuelvo a Angra a despedirme del “Charrán”.
—El último día en Angra
Cuando llegué a Angra fui directo a amarrarme a la boya donde flotará el Azul hasta mi regreso. Esa noche cené en el Charrán. A las 4 de la madrugada ya no podía dormir más y me levanté a cerrar la mochila y el bolso con los que iba a viajar. Lavé y ordené todo lo que pude.
Nunca pensé que fuera tan duro separarme de mi barco. Pensar que lo voy a dejar en otro país, tan lejos, es un trago muy amargo. Ese es el gusto que tengo en la garganta. Llueve muchísimo. Llamo por radio al botero. Embarco y sin poder hablar le regalo las 2 últimas latas de cerveza y le indico que me lleve hasta el “Charrán”. Nos recontramojamos en el trayecto.
Con Guillermo y Laura tomamos los mates de la despedida casi en silencio. Guillermo me lleva a la Terminal de Ómnibus. Durante el viaje no pude aguantar más y llorando le pido que por favor me cuide a este hijo que estoy dejando en sus manos.
El colectivo arranca y empieza a subir por un camino costero bordeando la bahía. Justo cuando llega arriba del morro hay una especie de refugio al costado de la ruta. Allí el colectivo se detiene para levantar un pasajero. Miro por la ventanilla. Justo por un claro en la selva y allá bien abajo a lo lejos veo al Azul en su amarra. Cómo lo estoy extrañando carajo. Que nadie me mire ni me vea cómo estoy moqueando. Tengo ganas de pegar la vuelta.
REGRESO A BAHIA BLANCA
Nos encontramos en la terminal de ómnibus de Río de Janeiro con Omar. Habíamos decidido volver en bus, ya que tomar un avión era carísimo, costaba lo mismo Rio/Buenos Aires que hacer Río/Buenos Aires/Río.
En el tramo San Pablo/Foz do Iguazú, unos 1000 km. vimos un paisaje hermoso, todo verde. Parecía una interminable cancha de golf. ¿Saben qué era? Plantaciones de soja. Los brasileños están metiéndole topadora a la selva y la transforman en campos de soja. Luego vienen las inundaciones, pueblos arrasados por el barro y el agua, muertos, evacuados, etc. Un desastre ecológico.
Antes acá había selva – ahora soja
Al llegar a la Provincia de Entre Ríos, a eso de las 5 de la mañana el colectivo se detiene y nos quedamos parados en medio del campo. Tránsito cortado. Más adelante no se puede avanzar porque los propietarios de las islas del delta incentivados por dirigentes rurales, están quemando pastizales para meter ganado y soja. El humo impide la circulación. Estamos 10 horas parados más o menos. De este lado de la frontera los chacareros también hacen desastres. Todo sirve para hacer “oposición”.
Eran 24 horas de viaje, que se transformaron en 36 pero nunca viajé tan relajado y feliz. A media mañana el chofer del colectivo encontró en la fila un camión con mandarinas, le compró un cajón y empezó a repartir entre los pasajeros. Muy buena onda. Hasta la pareja de recién casados con hijo en brazos tomaba con buen humor la situación de no tener agua, que los sanitarios estuvieran colmados y que ya no le quedaran pañales para el bebé. Nosotros podríamos quedarnos una semana más y no tendríamos problemas. Después de un mes y medio de navegar, teníamos la alegría de vivir.
Tudo bem!
Fin de la Primera Parte. Les recomiendo leer la segunda parte donde encontrarán todos los datos que pude capitalizar relacionado con cartas, WPT, dónde comer, dónde comprar, etc….
Oscar Isa – velero Azul
PARA LEER LA SEGUNDA PARTE CLICK AQUI
Muy interesante. Espero la Segunda Parte
A la brevedad la subiremos a la página, gracias por comunicarte.
Hola, ya está publicada la 2da parte del viaje a Angra del velero Azul, saludos